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Es llamativo el hecho de que entre dos personas que están separadas por cerca de ochocientos treinta kilómetros busquen el mismo cambio en su vida, un tipo de paz que son incapaces de alcanzar por algún tipo de razón externa a ellos. Tanto Julieta como Sema son personas independientes, que ambos podrían sostener una mochila e irse a cualquier sitio con tal de escapar de aquello que los tiene afianzados a una realidad.

Julieta echa al hombro una bolsa de tela blanca, se coloca bien la mascarilla blanca antes de entrar en el metro y buscar el asiento, tira de la maleta pequeña y cruza las . La morena suspira bajando la mirada, un par de mechones caen sobre su piel dorada. Se coloca los auriculares y bloquea el teléfono, dejándolo boca abajo sobre sus piernas. Desde su posición, observa cómo una pareja se despide en el andén. La chica sonríe, tratando de eliminar de su cabeza la idea de escribir una canción sobre ellos.

En la cabeza de la castaña comienza a sonar una melodía suave, creada por sus mismos recuerdos bajo ningún tipo de pretexto. La historia de esa despedida comienza a formarse por los recovecos del cerebro de la castaña. Una ida forzada, por una razón superior a la propia mundanidad de los protagonistas. El chico se sube en el tren y la rubia se queda estática en el andén, Julieta ladea ligeramente la cabeza mientras observa cómo la chica se limpia la mejilla con una pequeña sonrisa.

Quizás esa despedida no era tan triste como lo parecía, o quizás era triste para uno de ellos. Los ojos castaños de la chica se posan en el hombre que se despedía tiempo antes en el andén, él camina triste, desganado, sus ojos hablan tanto como su cuerpo.

Un par de asientos más allá, el sevillano lee a Maquiavelo en su obra más conocida.

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.

El chico se sienta bien en el asiento del metro, levanta ligeramente la cabeza para observar a los que se encuentran en el vagón. El tiempo en Madrid es caluroso, pero en el interior del vehículo parece no existir el calor. El castaño se rasca el cuello y coloca con cuidado la tira de la mascarilla, coloca el marcapáginas, cierra el libro y lo deja en sus piernas. Levanta la mano y observa la hora en su reloj. Las manecillas marcan las cuatro y veinte de la tarde.

Sema siente la necesidad de fumar al notar el agobio que le produce la cantidad de gente que se halla junta en ese pequeño espacio. Se levanta de su asiento y recoge sus cosas, tiene la intención de caminar por los vagones hasta encontrar alguno que se vea menos transitado. Pasa al número tres con cuidado al notar como este frena, se sostiene en una de las barras mientras espera que pare completamente.

Julieta acaba de repasar las líneas que ha escrito en el teléfono, sonríe y levanta la mirada para buscar al chico que había inspirado esa pequeña historia, pero ya no se encuentra ahí. Los ojos de la chica se posan en una figura alta y esbelta, ladea ligeramente la cabeza sin llamar demasiado la atención para analizar con cautela el perfil del chico. A pesar de llevar la mascarilla puesta, su rostro parece diferente al resto. Los ojos de Julieta vagan por el cuerpo de él, los brazos bastante anchos, la camiseta ajustada y unos pantalones igual.

La chica traga saliva al notar como se marca una vena en el cuello de la persona que tiene delante, la castaña muerde su labio inferior, acto invisible a la vista del resto pero que no pasa desapercibido para si misma.

Sema nota una mirada intensa sobre él, observa de reojo la figura femenina que se encuentra sentada en los asientos. Lleva un traje camel y una camisa blanca, una pequeña maleta a su lado y en los pies calza unos tacones altos de color blanco. Al chico le llama la atención la peca sobre la ceja, sonríe sin que sea demasiado perceptible el hecho. Observa en un ratio cercano a la chica y toma asiento.

El par de mechones que caen a cada lado de su rostro empequeñecen su expresión, a pesar de llevar unos zapatos altos, el sevillano cree que debe llegarle hasta el pecho como mucho. Asemeja bastante pequeña por su vestimenta, ese hecho provoca ternura en Sema, el cual abre el libro para leerlo, o al menos intentarlo, teniendo en cuenta que la mayor parte de su atención la tiene la chica que está delante de él.

La castaña levanta ligeramente la mirada, sus ojos se posan en la carátula del libro, la pieza del rey en medio de un tablero blanco y negro. Las finas letras sorprenden a la chica, nadie en esa época solía leer a algún filósofo tan antiguo como Maquiavelo, alguien que no fuera estudiante de esa carrera.

— Hola — Julieta alza las cejas al escuchar la voz grave de un chico, humedece su labio inferior sin posar sus ojos sobre la figura que habla—, hola, perdón — la chica levanta la cabeza, pasa su mirada por los que se encuentran en el vagón y no hay nadie más que ellos.

— No sabía si hablabas conmigo — sonríe bajo la mascarilla, la manera en la que sus ojos se achinan produce ternura en el sevillano—, hola — ella analiza de frente el rostro del chico, las cejas pobladas y la sombra que hacen sobre sus párpados, la incipiente barba que oscurece sus facciones.

— Era para preguntarte por la bolsa — la castaña frunce el ceño, Sema deja el libro sobre sus piernas y señala la tote bag que tiene sobre la maleta pequeña—, mi prima tiene un montón de ellas y le encantan — Julieta traga saliva al ver cómo los ojos de él se achinan.

— Es de una tienda de Barcelona — la castaña extiende el brazo derecho, sosteniendo el teléfono en el izquierdo —, Flamingos Vintage Kilo, cerca del Macba — ella entrecierra los ojos y chasquea la lengua al darse cuenta de que habla como si siguiera en la ciudad condal—, ¿sabes donde te digo?

— Sí, claro — la voz grave del chico provoca un escalofrío en Julieta, la cual se aguanta las ganas de llevarse una mano a su brazo para pasarlo varias veces sobre este—. He estao' varias veces ahí — el andaluz es capaz de ver cómo los ojos de la castaña brillan al mencionar eso.

— ¿En Macba? — el chico asiente, cruza una pierna sobre la otra y se recuesta en el asiento sin dejar de mirar a la chica, la cual coloca la bolsa en el sitio en el que estaba previamente— ¿Y qué hacías en Macba? ¿Algo más que tomar unas patatas Sultán?

— Freestyle — Julieta se queda en silencio, reprime una sonrisa al notar que esas facciones le eran demasiado conocidas—, doy por hecho que sabes lo que se hace por ahí al conocer las patatas más famosas de la zona.

— Claro que conozco lo que se suele hacer por Macba... — la castaña sonríe inconscientemente al hablar, deja la frase en el aire con la esperanza de que el chico le diga su nombre.

— Sema — ahora es más notoria la sonrisa de la chica, la cual se sienta correctamente y extiende el brazo hacia el frente—, ¿tú?

— Julieta — el sevillano sostiene el agarre de la chica y se queda observando la mano.

— En otro momento me hubiera hecho el caballeroso y te hubiera dado un beso y to' — la risa de la morena inunda el vagón casi vacío—. Encantado — el andaluz ríe ligeramente en un tono grave— , ¿qué te trae por Madrid?

— Un evento — Sema frunce ligeramente el ceño— , a ver que no es un evento como tal, pero tengo un compromiso el veinticinco y me han invitado a esto — el chico entrecierra los ojos— que es en nada, pasado mañana o así — el castaño saca sus propias cuentas, por días podría ser perfectamente la FMS—, ¿a ti?

— Un evento también — el metro para en Atocha—, encantado de haberte conocido, me pasaré por Macba a ver si encuentro la tienda — se levanta y cuelga su equipaje del hombro, Julieta traga saliva al ver cómo las venas de su brazo se le marcan al sostener la maleta—. Un placer, Julieta.

— Igualmente — la morena sonríe bajo la mascarilla de manera inconsciente, aguantando el aire en sus pulmones sintiendo la sequedad de sus labios—. Madre mía...

Quizás en ese momento ninguno de los dos siente la necesidad de tocar el cielo, pero ya entre ellos se nota esa complicidad que tantas veces han buscado en otras personas. Como si ellos estuvieran destinados a coincidir de alguna manera, que sus caminos están cruzados y solo ha llegado ese punto de encuentro en el cual deben decidir si seguir por el mismo o desviarse un poco de la vía original.

Tocar el Cielo · Sweet PainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora