- diecisiete

118 5 0
                                    

La forma en la que dos almas se entienden es quizás uno de los grandes enigmas de la humanidad. Ya no solo esa conexión existente en un plano emocional, sino la comprensión y conocimiento del contrario en ese plano físico, casi imposible para dos personas que juran no haber tenido ningún otro encuentro con ellos más que ese. La manera tan inusual en la que sus cuerpos se amoldaban uno al otro desde un primer momento, encontrando esa conexión de la que Dante Alighieri hablaba que él tenía con su bella Beatriz, tan onírica en un principio.

El pelo de Julieta se estira por toda la amohada de la pequeña cama de 90, pegada al cuerpo de ese hombre que había logrado en ella algo que no recordaba que existía. La respiración pausada, descansado en paz y sin temor por primera vez desde hace demasiado tiempo.

El cosquilleo por la piel de ambos al hacer contacto con la del contrario, aún en sueños ambos, pero sin perder conocimiento de la cercanía que sus cuerpos tienen. La forma en la que la respiración de la chica acaricia con suavidad la piel del moreno, el cual parpadea algo desconcertado.

El techo del hotel parece ser distinto esa mañana, al igual que el ambiente que rodea a la joven pareja. El chico traga saliva y pasa la lengua por sus labios bajando la mirada hacia el rostro que descansa sobre su pecho, sonríe acariciando la piel desnuda de la espalda de la chica con cuidado, tratando de no despertarla, sino hacer que se suma más en el profundo sueño en el que se encuentra.

— Buenos días — la voz dulce de la chica provoca el crecimiento de una gran sonrisa en el gesto del andaluz—, has tardado en despertarte — ella siente una gran paz mientras delinea el pecho del castaño —, ¿cómo has dormido? — apoya el mentón sobre su mano, alzando la cabeza con media sonrisa.

— Muy bien — su voz ronca eriza la piel de la morena, la cual amplía su sonrisa—, ¿todo bien? — la chica asiente besando una parte descubierta de su piel, sobre la cual descansa su mejilla.

Quizás nunca les hizo falta algo más que el silencio para que ellos se entendieran entre si. El castaño busca con inconsciencia la mano de Julieta y entrelaza sus dedos, esta sonríe cerrando los ojos de nuevo.

— ¿Y ahora qué? — ella se encoge de hombros como puede, sin dejar de acariciar con sus yemas la piel desnuda del moreno.

— Bueno, nada de lo que sentía antes ha cambiado — su sinceridad llena el corazón del andaluz, el cual aparta parte de su pelo con una pequeña caricia —, ¿tú?

— Igual es algo más — ella se nota el calor en las mejillas y se levanta, quedando sentada y de espaldas al castaño, el chico se toma la libertad de apartar el cabello de ella de esa zona para dejar a la vista al completo su dorso, frunce el ceño y se yergue al notar una irregularidad en la suavidad de su piel—. Illa, tienes una cicatriz aquí — delinea la zona debajo de su pecho con cuidado, Julieta se estremece al sentir la respiración del moreno en su hombro.

— Sí — sonríe girándose ligeramente para verlo de frente—, tengo otra aquí — señala un poco más arriba de su cuello, Sema frunce el ceño llevando la mano hacia esa zona y la acaricia con cuidado—. ¿No te conté que tuve leucemia de pequeña? — el corazón del hombre se apretuja al escucharla decirlo con tanta tranquilidad, ella traga saliva agachando momentáneamente a la mirada.

— ¿Y como fue? — pregunta en un tono bajo, Julieta gira hacia él la cabeza, viéndolo con la mirada gacha— En plan...

— Tenía un bultito — agarra la mano del chico para llevarlo a la zona donde se encuentra su cicatriz— aquí — sonríe al notar como su piel responde ante el tacto del andaluz—. Me pasé un año en el hospital y luego otro año en casa — busca el contacto con la mirada de él, pero no llega al ver sus ojos centrados en la zona a la que ella había llevado su mano —. En dónde la cicatriz del cuello me pusieron el catéter y tal, para la quimio — su voz termina en un susurro, sin dejar de mirar hacia el chico—. ¿Estás bien?

— Si es que to' lo malo tiene que pasarte a ti, niña — el castaño rodea el cuerpo de ella y tira hacia él, recostándola sobre su pecho, Julieta ríe cómoda—. Pa' la siguiente vida, te meto en un frasquito y así no te pasa de na — la morena cierra los ojos, notando su corazón bombear con fuerza—. Si es que... — acaricia el rostro de la castaña con cariño sin dejar de ver su gesto pacífico.

— Gracias — responde en un susurro, Sema frunce el ceño y traga saliva —, no sé por qué esta vez, pero gracias — la chica suspira contando unas pequeñas líneas que se forman en el techo, cómoda aún en el silencio que están sumidos—. ¿Sabes que si hubiéramos juntado las camas hubiéramos estado más cómodos? — el pecho del castaño vibra al escucharla, Julieta ríe cubriéndose con la sábana— Te lo digo en serio.

— ¿Y arriesgarme a que te alejaras un centímetro? — la chica se gira para quedar boca abajo sobre el pecho de él, viéndolo de frente— Casi.

— Tendremos que alejarnos en algún momento — murmura la morena notando un cosquilleo mientras las manos del chico viajan por cada centímetro de ella con lentitud—, no podemos vivir como si fueramos una extensión del otro.

— Bueno, porque tu lo digas — Julieta ríe y besa con cuidado la punta de la nariz del castaño—. Yo sé que mi madre estaría encantada de conocerte — la castaña alza las cejas sentándose recta, Sema pasa la lengua por sus labios observándola frente a él—, vestida, pero le encantaría — ciñe sus manos a la cintura de ella mordiéndose el labio inferior, Julieta observa en sus ojos un brillo oscuro que le produce un escalofrío.

— No estaba entre mis planes presentarme desnuda en tu casa, sabes — la chica gira la cabeza hacia un lado, con los ojos cerrados, estirando el cuello, lleva su mano a la zona y un escalofrío recorre su cuerpo, el andaluz traga saliva sin dejar de observar cada gesto que hace—. Por tu culpa voy a tener que ir al fisio otra vez — abre los ojos con media sonrisa, aunque su gesto se endurece al ver al chico pasar la lengua por sus labios lentamente.

— Bueno — el castaño se sienta un poco más recto, sin dejar de sostenerla por la cintura para que no se aleje demasiado de él, Julieta siente como el tacto de él quema—, eso puede arreglarse — la mano derecha de él se desliza por la parte de su vientre, reparando en la pequeña cicatriz, Julieta sonríe enternecida al notar la delicadeza con la que la gran mano que tiene parece ínfima al lado de esa pequeña zona —, el mejor fisio pa' ti, mi reina — levanta la mirada hacia ella, sonriente sin dejar de mirarlo pasa la lengua por sus labios mientras coloca ambas manos sobre los hombros del chico.

— Eso está bien — habla reduciendo el tono de su voz mientras se recuesta mejor sobre el cuerpo de él —, pero el cuidado lo dejamos para otro momento — susurra cerca de la oreja de él, besando la zona anterior al trago.

— ¿Qué quieres decir? — su voz grave la hace sonreír más, el movimiento lento de su mano hacia cualquier parte de su cuerpo la hace saber que lo único que él quiere es que se lo pida — La violencia no lleva a ningún lado — susurra, ella rodea despacio el cuello del chico mientras siente el corazón palpitar con fuerza, eliminando de su cuerpo cada rastro de CO2 que existe en él.

— Depende de dónde.

Tocar el Cielo · Sweet PainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora