- nueve

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En Barcelona el tiempo no tiene la fama de inestable, pero no sería la primera vez que los ojos de la morena ven abrirse el día con un sol radiante y que de la nada empezase a llover. Julieta camina de vuelta del estudio, escuchando a través de sus auriculares una de las próximas canciones que harán públicas. Un mensaje entra, cortando la reproducción. Es del grupo de sus compañeros de edición, la morena mordisquea las pieles de sus labios mientras entra y lee por encima lo que hablan. Que se van a echar mucho de menos y tienen que verse pronto. Julieta resopla al ver el mensaje de Hugo y bloquea el teléfono de nuevo.

Analiza cada melodía mientras sube por la Rambla hacia el piso en el que reside, en pleno centro de la ciudad Condal. La castaña gira a la derecha al llegar a la plaça del teatre, entra por un callejón con una gran cantidad de portales pintados con grafitis. El teléfono vibra en su bolsillo pero se mantiene perdida en sus pensamientos. El poco aire que corre por las calles mueve ligeramente su cabello.

Llega a su portal tras girar a la derecha dos calles más adelante de la entrada que había tomado, camina hasta casi el final de esta y se acerca a un portal verde, al lado de la verja cerrada de una bodega. El chirrío de la puerta de metal verde se escucha por encima de la música casi inaudible que tiene Julieta sonando.

Sube las escaleras hasta llegar al cuarto piso e introduce la llave en la cerradura, el olor a vainilla entra por las fosas nasales de la castaña, provocando una sonrisa en esta. Deja el bolso sobre la isla de la cocina y camina hacia su cuarto, donde se cambia por completo vistiendo algo más cómodo.

Sema se recuesta en el patio de su casa en Sevilla, los rayos del sol chocan directamente contra su cuerpo, cubierto únicamente por la parte de abajo del traje de baño. A su alrededor escucha a sus amigos del barrio hablar de cualquier cosa entre la piscina y el jardín, pero su calma se mantiene intacta, oliendo el aroma típico de la costilla asada en el ambiente.

— 'Illo que estás tu mu' callao', ¿no? — el chico se mantiene en la misma posición, sin haber prestado demasiada atención a lo que su amigo Paco le dice— Sema, hermano — el andaluz posa las palmas de sus manos sobre los reposabrazos y se yergue ligeramente—. 'Illo que tienes en la cabeza, que andas perdio'.

— Estoy cansado, hermano, que ayer me fui con mis primos a la playa y estoy reventao' — el pelinegro alza una ceja, sus ojos negros observan con gracia a Sema.

— Bueno, hermano, es que tienes unas ojeras 'illo.

— Na' bro, eso son otras cosas, ya sabes — Paco asiente y le hace un gesto a su amigo, no es al único del grupo que le preocupa la situación del freestyler, pero todos ellos saben que por mucho que le digan no le va a hacer demasiado caso.

Sema se levanta y se acerca a una mesa de plástico, donde se encuentran unos papeles largos, rompe un trozo del cartón y lo dobla formando una pequeña M, grinda la hierba bajo la atenta mirada de sus amigos. No es el único que fuma en el grupo, pero sí el que más. Cruzan miradas entre ellos, bastante preocupados por las acciones de su amigo.

— Oye Semita — el chico se gira hacia ellos mientras pasa la lengua por la parte que tiene pegamento del papel—, ¿quién es la chavala esta que te habla? — Gonzalo levanta el teléfono con las cejas alzadas, el castaño rueda los ojos acabando de liar.

— Na' que te importe, hermano — lo coloca entre sus labios y camina hacia el, trata de agarrar el teléfono pero lo echa hacia atrás—. No me jodas, Gon — el rubio niega, haciendo una mueca que provoca un resoplido en el castaño—. Que me des el teléfono, tío.

Julieta suspira dejando el teléfono en el sofá boca abajo, sin ser demasiado consciente de la desconfianza que siente en ese preciso instante. Su cabeza vaga al momento en el que tuvo una especie de relación con su compañero más cercano y resopla, recordando lo que vino después.

Tocar el Cielo · Sweet PainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora