- catorce

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Volver al punto de inicio de manera inconsciente, un mismo pasillo, las mismas personas que fueron los testigos del nacimiento de algo puro aunque igual de inocente que el alumbramiento de un niño.

La forma en la que caminan los dos protagonistas ya es distinta, su aura expresa otras sensaciones completamente diferentes a las que un par de meses atrás.

La risa jovial de una pareja que no debe ser descubierta es acallada por los labios del contrario, en una especie de intercambio de sentimientos silenciando otros.

— Sh — Julieta se ríe mandando callar al andaluz, posando sobre la boca del chico las manos—, como nos pillen la liamos — él aparta sus dedos de su rostro.

— Qué más da — sostiene su mandíbula antes de dejar un pequeño beso de nuevo sobre su sonrisa—, ¿hay algo que tenga que saber? — la nariz de la castaña se arruga, el sonido del ascensor abriéndose al fondo del pasillo los pone a ambos en alerta.

— Sh... — Julieta pega sus labios a los del chico, pasando por detrás del cuello de este sus manos, poniéndose de puntillas para que se les vea lo suficiente, una de las manos del castaño viaja hacia el culo de ella, el cual aprieta —, oye — ríe sobre sus labios sintiendo cómo el pecho de él vibra por la risa —. Que nos van a pillar — Julieta murmura de nuevo, acariciando la nuca de Sema con cuidado.

En cuanto dejan de escuchar a los que llegan al hotel, salen de su pequeño escondite para ir hacia el cuarto del andaluz, la chica agarra con fuerza la mano de él por inconsciencia, dejándose ir segura de que no le pasará nada. Él apura su paso hasta llegar a la puerta 545, mira hacia atrás para ver a la chica observarlo con una sonrisa, Sema abre la puerta con la tarjeta apretando el agarre.

— ¡Julieta! — la chica suelta con rapidez el agarre, de manera inconsciente— ¿Bajas ya? — los ojos de ambos se posan en el catalán, ella traga saliva observando de reojo al andaluz, el cual baja la cabeza empujando la puerta de su cuarto.

— Venía con Sema a ver unas cosas de la línea de ropa — sonríe enseñando su dentadura perfecta, iluminando todo lo que la rodea sin querer —, bajamos en nada, ¿no? — ella mira en dirección al chico, el cual asiente serio — Nos vemos abajo — una molestia en el estómago por el nerviosismo hace que la sonrisa que le regala a Bruno se parezca más a una mueca.

— Vale, cielo — Sema analiza la forma en la que la mano del catalán rodea la cintura de la morena, sintiendo una incomodidad en él, traga saliva apretando la mandíbula—. Hasta luego, Sema.

— Chao — su voz sale de un tono más grave al que la catalana acostumbra a escuchar, la chica alza las cejas con una sonrisa alejándose de Bruno, para ir hacia donde está el andaluz.

— Podrías ser menos brusco — la castaña cierra la puerta detrás de ella seria, él se gira con lentitud —, no somos nada.

— No creía — el chico se acerca a ella, rodea la cintura de Julieta con fuerza, tirando de su cuerpo hasta pegarla a él con una sonrisa de superioridad— que fuéramos nada — la morena alza el mentón humedeciendo sus labios— después de las últimas semanas — ella hace una pequeña mueca reprimiendo una sonrisa.

— Aquí nadie ha oficializado nada — el pecho de ella sube y baja con rapidez, el andaluz lleva una mano hacia la base del cuello de la morena, perfilando con la punta de su lengua la parte inferior de la dentadura—, al menos que yo sepa.

Julieta acuna su rostro con cariño, notando ese efecto característico que siente siempre al estar cerca de él. El andaluz analiza desde su altura el gesto pausado de ella al rozarlo con lentitud.

— Vamos, morena — tira de ella hasta sentarla sobre él en la cama, Julieta traga saliva colocando a cada lado del chico sus piernas—, dáme un beso — levanta el rostro hacia ella, la castaña sostiene su mejillas con una sonrisa.

— ¿Y después qué? — habla sobre sus labios, alternando la mirada de la boca rosada del chico hacia los ojos intensos de él— ¿Eh? — hace rozar la nariz con la del chico, Sema aprieta el agarre que tiene en la cintura de ella con una sonrisa — Porque no me apetece aguantar eso sin sentido — susurra mordiéndose la punta de la lengua, mientras el aroma que el chico desprende inunda sus fosas nasales—, ¿sabes?

— Bueno — su murmullo grave eriza la piel de la joven—, eso podemos arreglarlo — sostiene el mentón de ella entre el pulgar y el índice—, ¿no crees? — Julieta ríe empujándolo hacia atrás, él la lleva consigo hasta que queda tumbada sobre su pecho.

— Bueno — siente un cosquilleo en su cuerpo, agravado por la forma en la que el chico acaricia la espalda de ella por debajo de la chaqueta.

— ¡Sema! — los dos giran la cabeza hacia la puerta, el chico pasa los brazos alrededor del cuerpo de la catalana y gira con ella hasta dejarla bajo su cuerpo — ¿Interrumpimos? — Nacho aparece tras el pasillo de la habitación, vislumbra la cabellera castaña bajo el cuerpo del andaluz— Se la ve, ¿sabes? — Julieta suelta una carcajada que hace sonreír al chico mientras agacha la cabeza, ambos se levantan, Julieta se estira la ropa.

— Hola, chicos — camina hacia Nacho y deja un beso en su mejilla sonriente—. Cuanto tiempo.

— Ahora ya tiene sentido por qué lleva dos días desaparecido — la pareja se observa entre sí, ella tiene las mejillas sonrosadas.

— Cállate, enano — la risa de Sema hace que la morena eleve la mirada de nuevo, traga saliva observando a los chicos—. Me dejas a la niña tranquila — pasa el brazo sobre los hombros de ella y besa su cabeza, Julieta agarra su antebrazo con fuerza arrugando la nariz.

Nacho y Gabriel se miran entre ellos de manera cómplice, observan de nuevo a la pareja con una amplia sonrisa sin dejar de notar el aura de felicidad que rodea a los dos jóvenes que tienen delante.

— Nos mandaron para avisarte de que empieza el meet — Julieta observa cómo la mandíbula de él se tensa—, y para que te vengas y te quedes por ahí cerca, así no estás sola — la sonrisa del asturiano enternece a la catalana, la cual asiente con gracia.

— Vente pa' mi sala, si quieres — mueve la cabeza afirmativamente de nuevo, sosteniendo con fuerza su agarre en el gran brazo del andaluz—. Si es que ere' la mejo' — besa su cabeza de nuevo, ella cierra los ojos enternecida.

— Vamos anda — su voz sale en un susurro mientras se aleja del cuerpo del chico, a pesar de que una especie de cuerda tira del uno hacia el otro sin querer—, ¿y vosotros a qué sala váis?

— Creo que con Errecé — Gabriel habla pegado a la morena, que caminan por delante de la mirada curiosa de Nacho y Sema—, pero tampoco pasa nada, son buena gente todos así que...

— Bueno... — la voz del andaluz hace que ella ruede los ojos con gracia y mire hacia atrás directamente.

— ¿Algo que decir, señor Rejón? — él niega reprimiendo una sonrisa.

— Nada que decir, señorita Calavia.

Tocar el Cielo · Sweet PainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora