- veinte

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— Javi — la castaña sonríe acercándose al moreno, el cual la espera sentado en un banco del Tierno Galván, la chica lleva su teléfono en alto—, ha sido un éxito — rodea el cuerpo del moreno, recibiendo por parte de él un abrazo de la misma intensidad—. No te he mencionado en ningún momento — la castaña se sienta al lado del chico, sobre la parte de reposar la espalda del banco y los pies encima de la madera del mismo—. Podríamos sentarnos de otra manera que... — Javier rueda los ojos fijando su mirada en ella.

— Despéinate un poco, Juli — la chica agarra la botella de agua que lleva en su bolso para darle un pequeño trago—. ¿Por qué querías quedar aquí? — asiente sacando de su bolso un vinilo pequeño— ¿Qué es esto?

— El prototipo de mi disco — sonríe viéndolo directamente—, está "Me iré" en la versión que grabamos en el estudio, quería que lo tuvieras porque... — hace un gesto hacia él encogiéndose de hombros—. No sé, la verdad.

— Vaya, gracias — el madrileño sonríe rodeando la espalda de la que ya considera como su amiga—. ¿Puedo preguntarte otra cosa? — Julieta asiente— ¿Por qué no vienes a FMS? — ella traga saliva y agacha la mirada— Veo que eso era en especial lo que no debía preguntar.

— A ver... pasaron cosas — la chica se sienta de manera más cómoda en la parte baja del banco—. En plan, que entiendo... quiero entender que hizo lo que hizo por una razón — apoya la cabeza sobre sus rodillas sin dejar de mirar a esos profundos ojos castaños que hipnotizan a cualquiera—. Pero es cómo que... un límite, ¿sabes? — Javier asiente algo desconcertado, sin entender que fue realmente lo que pasó— ¿Cómo ha estado? — el madrileño ríe con ironía.

— Apático — en la cabeza del chico se reproduce la imagen del sevillano cabizbajo por los pasillos del estudio—, sin ganas, cómo si realmente rapear ya no fuera ese motor que lo mueve, cómo si le faltase una pieza en el engranaje para que pueda seguir su camino correctamente— habla sin pensar, exprimiendo de la mejor manera que puede todos los recursos que tiene en su cabeza para expresar como puede la imagen que tenía en la cabeza.

— Vaya... — su voz decaída llama la atención de Javier, que siente un dolor en el estómago por la imagen tan rota que tiene frente a él, el chico coloca al lado de ella y posa una mano sobre la de la morena—. Gracias.

— No te preocupes — le sonríe pacífico, sabiendo la efectividad que da que alguien no pregunte por cada mínimo detalle en esas situaciones—. ¿Y lo habéis dejado o...? — Julieta niega, en el fondo eso la consuela.

— No se llegó a decir nada sobre eso, la verdad — se encoge de hombros haciendo una pequeña mueca—. Espero que no haya tomado la decisión por él mismo de dejarlo sin hablarlo conmigo, aunque tampoco me sorprendería que lo hicieran de nuevo... — la morena suspira agachando la mirada.

— ¿Qué dices, Julieta? — el madrileño posa una mano en la espalda de la chica, la cual hace una pequeña mueca— ¿Cómo que no te sorprendería? — ella niega — Pero...

— No sé, Javi, a veces... no tiene justificación ninguna — se encoge de hombros mordisqueando sus labios— pero lo hacen, ellos hacen esas cosas sin hablarlo conmigo y luego soy yo la que se queda rota, como siempre — el teléfono de Javier vibra, la castaña levanta la mirada hacia él, que se disculpa con media sonrisa.

Julieta busca su teléfono móvil y entra en twitter, interacciona con algún que otro seguidor que habla de los bonitos violines que acompañan su voz suave en la nueva versión de Me iré. Un mensaje entrante del primer andaluz que descolocó su vida la hace fruncir el ceño, baja la pantalla con el gesto rígido y lee por encima lo que dice.

Sabes que conmigo estás bien y no estás rota.

Julieta traga saliva y elimina directamente el mensaje sin entrar en la conversación, un escalofrío recorre su cuerpo, además de una pregunta constante, ¿no está con ella? Suspira buscando con la mirada al madrileño, pero no está cerca de ella, sus ojos se posan en un sobre blanco que se encuentra sobre unos arbustos. Se levanta viendo hacia los lados y, al no ver a nadie, se acerca más. El teléfono vibra de nuevo, lo ignora mientras abre el papel.

Julieta Calavia.

Sala La Riviera, mañana 22:00.

Esta siente cómo el corazón se le sale del pecho al ver su nombre escrito perfectamente. Guarda el sobre y saca su teléfono, el mismo remitente, otra citación.

¿Nos vemos en el café Federal mañana a las 22:00?

Tocar el Cielo · Sweet PainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora