- tres

221 10 0
                                    

Hay días en los que parece que todo brilla distinto, que el sol reluce de otra manera y que está situado en un punto diferente al habitual. A veces esos mismos días deparan situaciones extrañas, complejas, algo completamente incomprensible. Otras tantas veces, ese sol que tanto brilla, solo depara caos y cambios, o al menos una especie de huracán que limita las acciones de todo el mundo.

— ¿Cómo que no vienes? — Julieta suspira apoyada en el ventanal del hotel, un páramo de color amarillento se encuentra frente a ella — Rodri, les había avisado de que llegabas más tarde, pero que llegabas — la castaña pasa la mano por su cabello nerviosa, planteando en su cabeza el discurso que le dirá a los encargados —, joder.

— Lo siento, Juli — ella se queda en silencio, inspira profundamente y sonríe con algo de fastidio.

— No pasa nada — la chica suspira con los ojos fijos en un árbol en medio de la parcela—, no creo que les importe tener a alguien de menos, al final es lo mejor por protocolo y todo eso — el sonido de la puerta al ser tocada hace que la castaña gire ligeramente la cabeza—. Tengo que irme, Rodri, chao.

El chico cuelga el teléfono, Julieta deja el dispositivo sobre la cama y camina con rapidez hacia la entrada, abre ligeramente con cuidado. Sonríe al ver la única cara que conoce en el hotel.

— Brunal — la chica abre completamente la puerta y rodea al catalán con sus brazos—, ¿qué tal?

— Hola, guapísma — el castaño besa la mejilla de Julieta—. Pues muy bien, encantado de tenerte por aquí — los ojos de la catalana se achinan—. ¿Tu amigo?

— Al final no puede venir, ha perdido el tren — habla con un tono pausado, calmada—. Pero bueno, al final has conseguido que venga — un hoyuelo aparece en la mejilla derecha de la chica—. ¿Vamos ya? — él asiente.

— Sí — Julieta entra hacia la habitación, el catalán habla desde el pasillo—, vamos a ir a desayunar así todo el equipo y me han dicho que te avise para que veas lo hospitalarios que somos en el freestyle — la castaña suelta una risa que hace sonreír a Bruno—. Además los chicos quieren ver quién es la invitada especial y todo eso.

Un par de puertas más allá, el sevillano sale de su cuarto al pasillo, frota su ojo derecho y observa al juez parado en la entrada de una de las habitaciones. Bruno levanta la cabeza hacia el andaluz.

— Buenos días, bro — Julieta siente un pequeño temblor al escuchar esa voz grave con el acento tan característico desde el pasillo, sus ojos se abren completamente e inspira—. ¿Qué haces aquí? ¿No nos íbamos ya?

— Buenos días, hermanito — Bruno abraza al sevillano, que queda algo estático al reconocer un olor familiar en el ambiente—. Estoy esperando a nuestra invitada especial — el andaluz sonríe algo sorprendido—, ¿y Nachito?

— Que pasa hermano — la voz grave del ciudadrealeño llama la atención de los dos chicos, los cuales se giran hacia él —, ¿qué hacéis aquí parados? ¿No nos vamos?

— Lo mismo le dije yo, tío — Sema le choca el puño con tranquilidad, mientras en el interior de la habitación Julieta piensa como pasar desapercibida a pesar de se la invitada especial—. Dice el Bruno que está esperando a alguien.

Al cerciorarse completamente de que él es quién está hablando, se conciencia de que se va a dar cuenta de que es ella. La castaña agarra la bolsa de tela y se la cuelga al hombro, agarra unas gafas de sol, para a observarse frente al espejo de la entrada. Lleva un vestido color violeta de tirantes flojo y unos zapatos cómodos para pasar el día.

— ¿Sabéis algo del...? — Nacho se queda en silencio al observar a la chica saliendo sonriente— Quién iba a ser la invitada especial si no la que trae loco al Kapo — el calor toma las mejillas de la castaña—, encantado, soy Mnak, pero llámame Nacho mejor — el chico se acerca a ella para darle un beso en cada mejilla, que es devuelto por la joven sin ningún tipo de problema.

Tocar el Cielo · Sweet PainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora