- doce

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Julieta camina enfrascada, atendiendo a la canción que se reproduce a través de sus auriculares. Anda entre las callejuelas apurada, tratando de no llegar tarde, sin pararse a ver ninguno de los ápices de arte que decoran cada muro o portal. A pesar de que prácticamente los conoce todos, siempre se para a analizarlos por si tienen algo cambiado.

Gira a la izquierda entrando en la peatonal, apura el paso volviendo a posar sus ojos en el reloj, cuatro minutos. Se fija en el edificio anaranjado mientras cruza la calle, gira hacia la derecha, sonríe inconscientemente al ver el gran edifico de Macba.

Muerde su labio inferior sintiendo un retortijón en el estómago, aminora el paso viendo a todas las personas yendo hacia la izquierda, pero Julieta pasa de largo. Suspira subiendo por la calle, el teléfono vibra en su bolsillo informando de un mensaje entrante, la piel se le eriza.

Estoy en un bar de aquí fuera.

Sonríe y apura el paso, gira a la izquierda para ir hacia el pasillo mediante el cual se accede al CCCB, pero sigue recto. Su mirada se posa en la gran cristalera que tiene a la derecha, sonríe al ver una pareja compartiendo unos besos sobre unos bancos. Cruza otro pequeño túnel y sale en la plaza de Joan Coromines.

Gira, de nuevo, hacia la izquierda en dirección a la terraza. Un gran grupo de gente se aglomera tras la facultad de comunicación. Julieta camina entre las mesas en búsqueda de la figura con la que ha quedado. La castaña sonríe al ver el chico de cabello rubio.

— Hola — Julieta toma asiento frente a él, extiende la mano de manera protocolaria—, ¿qué tal? — el chico hace una pequeña mueca.

— Me duele un poco la cabeza, no recordaba el bullicio que se montaba aquí — su risa inunda el canal auditivo de la morena, la cual sonríe deshaciéndose de la mascarilla al tener poca gente alrededor de ellos—. Cuéntame.

— La verdad es que he estado curioseando desde la FMS a algunos de vosotros.

— A algunos más que a otros — ella ríe bajando la mirada.

— Las noticias corren, vaya — sus ojos achinados producen ternura en el chico—. Bueno, eh... — aprieta los labios sin saber bien que decir—. Es que de verdad, Quique — suelta una pequeña risa nerviosa.

— Pero no te preocupes, Juli, si lo peor lo tiene él — la chica frunce ligeramente el ceño—. Mira que lo conozco poco, pero verás — habla con gracia —. Tampoco te ralles por eso — el chico da un trago a su bebida con los ojos posados —, que en realidad el chaval es un sol — Julieta sonríe, mira hacia el camarero que va en dirección a ellos.

— Un té verde, por favor — sonríe ampliamente y va de vuelta—. Lo de Sema entre nosotros, ahora ya eres mi confidente — el catalán ríe, provocando la misma reacción en la chica.

— ¿Quién dijo Sema? — el chico da un trago observando el asombro a la morena, mueve la mano tratando de quitarle hierro al asunto— Es broma, es broma — la castaña relaja inconscientemente sus hombros sin dejar de observar a su acompañante—, dime.

— Bueno, que estuve echando un vistazo a lo que hacías — las primeras brisas de septiembre hacen volar la media melena de la chica, dándole un aire angelical—. La verdad es que me ha gustado mucho, admiro mucho lo que haces tanto musicalmente como artísticamente en lo que vienen siendo las batallas, o el free en general — el catalán entrecierra los ojos—. Sema me ha echado una mano en esto, la verdad es que no tenía noción de que había gente tan buena haciendo freestyle.

— Gracias, supongo — la chica asiente, enternecida ante el tono rojizo que tienen las mejillas del catalán.

— Me gustaría componer contigo, quizás hacer algo o... solo estar en un estudio — agradece en un murmullo al camarero que posa delante de ella la taza y saca la cartera para pagar, pero un además de Enrique provoca que ella cese su movimiento.

Tocar el Cielo · Sweet PainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora