Capítulo 11

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Keira

—No hay nada — informa Owen

—Carajo — golpeó el capo del auto — vámonos, necesito ver a alguien — me subo al auto y él lo hace igual

La última ubicación de Alexa fue en el hotel Magnus y al parecer nadie la vio entrar o salir.

No quiero pensar de más, si se la llevaron para venderla, ya la hubiese encontrado.

Nos adentramos a los barrios bajos, le digo a Owen que se detenga frente a un edificio abandonado que no está tan abandonado.

Antes de bajar me coloco la gorra y cubrebocas, órdenes de papá para que no vean mi rostro, en parte algo estúpida la verdad, porque nadie sabe que estoy ligada con la mafia.

Tocó dos veces la puerta de madera que rechina cuando la abren.

—¿Qué desea? — una señora es quien me recibe

—Pompilius — me bajo el cubrebocas y me lo vuelvo a colocar

—Pase, pase — entramos y cierra la puerta al instante

Por fuera la fachada es horrible, pero por dentro es como un palacio.

—¿Donde está? — miro a la mujer

—Piso tres — coloca el número del piso en el ascensor

Subo y seguido entra Owen quien inspecciona a la mujer que entra de última.

—Tenía tiempo que no venía — habla la mujer

—Tenía cosas importantes que hacer

Las puertas del ascensor se abren mostrando una gran sala llena de computadoras, pantallas, cables y ha un idiota comiendo pizza.

—Que vida la tuya — hablo a su espalda

—¿Tanto la envidias? — se gira y deja caer el pesado de pizza — Akira, que gusto verla por aquí otra vez — limpia sus manos con su ropa y hace una pequeña reverencia

—Necesito localizar a alguien — me dirijo al equipo frente a mi

—Esta bien — se sienta — ¿datos?

—En realidad es algo

Me mira confuso.

—Permíteme — lo levanto de la silla y me siento

—Yo puedo hacerlo...

Levanto mi mano para que calle.

—Yo también puedo hacerlo — empiezo a teclear — además, yo cree este maravilloso programa

Colocó los dígitos de lo que busco y empieza a localizarlo.

—Faltó a la carrera del sábado, no fue tan buena sin usted — hace círculos con su dedo sobre el escritorio

—Tuve algo mucho mejor que hacer

—¿Cuándo me dará el código del programa? — hace un puchero

—Bingo — paso la localización a mi segundo móvil

—¿Me lo dará? — sonríe

Borro el programa y todo rastro de lo que use en este computador.

Desde que cree ese programa simpre lo a quiere, pero ni muerta se lo doy a alguien.

—Jamás, no confío en ti — me levanto

—Que cruel — finge que le dolió — nunca lo hace, con nadie — vuelve a su silla

—En tu cuenta esta la paga del sábado— entro al ascensor

La Dama Del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora