Capítulo 17

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Calabria

Owen

No me tomo ni segundos en darme cuenta de que algo malo sucedió y que más adelante se pondría peor.

Ella está sentada en suelo, recostada del sofá y con una copa de vino en la mano mientras ve la televisión.

Me acerco en silencio cuando de un reaccionar me apunta con su arma.

—Soy yo, Owen — levanto las manos

Ni me mira y solo baja el arma, se llena la copa otra vez bebiendola de un solo.

—Señorita, ¿desde cuando está bebiendo?— me siento a su lado

—Se fue — decide tomar de la misma botella — me lo arrebataron — tira la copa contra la pared logrando romperla

—¿Que sucedió?

Me mira, tiene los ojos cristalizados pero no suelta ni una lagrima.

—Taylor, mi Taylor — se termina la botella — falleció ayer, no soporto y le dio un paro

Esto es muy malo.

—Lo siento, yo...

—Esta bien — toma otra botella

Aunque no fuimos tan cercanos, me duele que se allá ido así.

—Debería parar — bajo la botella — es suficiente para usted

Me vuelve a mirar y ya no tiene esa tristeza en sus ojos, ahora es... Ira

—¿Por qué no volvemos loca a está noche? — dibuja una sonrisa malvada en su rostro y se levanta

Carga un leggings negro con un top y una chaqueta negra de cuero, me encanta cuando se viste así.

—¿Qué piensa hacer?— me levanto acercándome a ella

—No preguntes tanto — se va al armario y saca la maleta con armas

Se coloca el cinturón con su arma escondiendolo tras su chaqueta, guarda unos explosivos junto a otras cosas en la mochila y me la entrega.

—Esta muy ebria para salir — la sostengo cuando se tambalea

—Puede que parezca ebria — se para derecha — pero aquí, estoy muy consiente — señala su cabeza — bien, ahora vamos — me toma de la mano llevándome con ella

No puedo creer que en el estado que está pueda caminar y bajar las escaleras con esos botines de tacón.

—Zafiro dos, eres preciosa

—Espere —la tomo de la cintura antes de que se suba a la moto — yo conduzco

—Solo yo la puedo motar — se cruza de brazos

—Pero no puede conducir en ese estado

—Dije que solo yo la manejo — me mata con la mirada

Entre la disputa de si la maneja o no, ella quedó ganando y yo quedé siguiéndola en mi moto.

Ella es más peligrosa estando ebria, maneja como si no hubiese bebido ni una gota de alcohol y la manera en que corre por la carretera, es como si fuese una ligera pluma.

Nos detenemos frente a un gran portón que da a una casa un poco deteriorada.

—Ponte esto — me da un cubrebocas, me lo coloco y ella lo hace igual

No se lo que planea, ni donde carajo estamos, solo la sigo.

Empuja ambas puertas de hierro, dos hombres se acercan y ella les dispara en la cabeza con el silenciador.

La Dama Del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora