Decimosegunda Parte

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Horacio se encontraba esperando la llegada de Volkov. Miraba de reojo el lugar por donde debía aparecer con impaciencia. En algún punto llegó a preguntarse si vendría. ¿Y si decidía que prefería quedarse con los suyos? De alguna forma sentía que la decisión que él tomara en aquel momento sería importante. De nuevo, observó el reloj que había frente a la escalinata, coronando el lugar. Era una máquina muy bonita, con decoraciones doradas y un gran péndulo que se iba moviendo al ritmo del tiempo.

Estaba empezando a sudar cuando vio aparecer al ruso y una enorme sonrisa se extendió por el rostro de Horacio sin poder evitarlo.

La tercera clase era totalmente diferente. Había más del doble de personas que en primera clase y compartían la mitad del espacio que ellos. Por supuesto, no había ningún tipo de vistas, ya que la sala estaba en uno de los pisos bajos del barco, con lo cual tan solo había alguna de esas pequeñas y redondeadas ventanas antipresión con vistas a un espacio azul que se volvía negro por las noches. Aunque nadie se fijaría en eso. Una pequeña banda compuesta por algunos violines y gaitas interpretaban una alegre melodía que animaba el ambiente. La gente salía a bailar a un escenario de tablas improvisado que había justo en el centro de la estancia. En los alrededores una serie de mesas y sillas estaban esparcidas aquí y allá, con algo de comida y abundante bebida. Aunque había tantas personas que también las escaleras de la entrada y casi cualquier rincón era aprovechado para poder sentarse.

A un lado del escenario, junto a otros hombres, mujeres, niños y niñas, se encontraban Horacio y Volkov. Con su apariencia habían llamado la atención de los demás, especialmente el ruso, que solo había que ver su porte para saber que no pertenecía a aquel lugar.

-¡Vamos! -animaba Horacio a Víktor- Me pediste que te enseñara, así que tienes que bailar.

-Sí, sí respondió él seriamente-. Solo que no sé ni por dónde empezar.

El ruso miraba a su alrededor tímidamente. La gente se movía al ritmo de la melodía, con pasos combinados, ¿cómo podía decir que eso se hacía simplemente dejándose llevar? El cuerpo de Volkov se había quedado completamente bloqueado y Horacio lo sabía, así que recurrió a una pequeña ayudante. Una niña que en cuanto vio al pelirrojo se abalanzó en un abrazo.

-Rose, ven aquí. Vamos a enseñar a este señor cómo se baila.

La niña asintió sonriente. Rose adoraba a Horacio. Lo había conocido en el barco y siempre jugaba con ella, a veces le enseñaba a leer e incluso aprendió a escribir su nombre. Ambos empezaron a moverse con energía. Eran movimientos completamente aleatorios, pero al seguir la misma música, lograban que encajasen. Los dos al mismo tiempo levantaron los brazos y cuando Horacio se agachó, agarró a la niña por la cintura y la elevó por el aire. La risa de la niña resonó por todo el lugar. Incluso el semblante serio de Víktor Volkov se esfumó en aquel instante.

***

-Apuesto la próxima ronda a que Loki va a ganar -dijo Horacio con seguridad.

Estaban sentados en una mesa, jugando a las cartas con los amigos que le había presentado: un ruso llamado Petrov, a quien al parecer había conocido en el barco, un cocinero del navío llamado Blake y Loki, un tipo algo extraño que era el compañero de viaje de Horacio.

Volkov se sintió bien recibido, todos fueron muy amables con él y lo trataron como a uno más del grupo. Además, por primera vez, pudo ver una faceta diferente del pelirrojo. Ya que siempre se habían visto en los lugares destinados a la primera clase, Horacio se había estado controlando, pero en aquel lugar era libre de ser él. Así, Víktor descubrió que Horacio era una persona bromista y divertida, le gustaba hacer peinados, como había demostrado cuando la pequeña Rose le había pedido que le hiciese una trenza, reía mucho y tenía buenas ocurrencias.

-¡Es que lo sabía! ¡Si es que es un perro! -exclamó en ese momento.

-No sé de qué me hablas -contestó Loki.

Se lo estaba pasando bien. Allí, Víktor podía decir lo que quería, reírse si le apetecía. Sentía que durante mucho tiempo había estado arrastrando una cadena y en aquel momento ese peso había desaparecido.

Blake se inclinó hacia Horacio y le susurró algo. No sabía qué estaban diciendo, pero el pelirrojo se sonrojó un poco y miró de reojo a Volkov, que a su vez se sonrojó al sentirse observado.

-No hemos cumplido, tienes que bailar conmigo -le dijo de repente Horacio tras su charla con Blake.

-¿Qué...? Bu... bueno, cre... creo que no es ne... necesario -respondió el ruso tartamudeando de los nervios.

Horacio torció la boca en una sonrisa pícara antes de decir.

-¿Cómo que no? ¡Es una promesa!

Y sin esperar otra respuesta por parte de Volkov, Horacio se levantó y la agarró la mano para tirar de él y arrastrarle al escenario. Así que él no pudo negarse de ningún modo. Una vez allí, su cuerpo volvió a bloquearse.

-No puedo, Horacio -dijo tímidamente.

-No te preocupes, Víktor -respondió él-. Yo te ayudaré.

«Víktor» repetía para sí mismo el ruso. Nunca había sonado tan bien una palabra como aquella en ese justo instante, dicha en aquel lugar por esa única persona.

-Vale, solo mírame a mí. Olvídate de los demás -explicó Horacio, sin conocer los pensamientos del otro.

Horacio comenzó a bailar alegremente, dando saltos y zapateando en las tablas. Luego, agarró de las manos a Volkov y empezó a dar vueltas con él. El cuerpo rígido del ruso comenzó a relajarse cada vez más. Tal y como le había pedido, solo se había centrado en él y cuando habían empezado a girar, todo el entorno se volvió borroso, exceptuando ellos dos. De aquella forma, solo podían verse el uno al otro.

Cuando pararon de dar vueltas, Víktor fue capaz de moverse imitando los pasos de Horacio. Antes de darse cuenta, los dos continuaron bailando canción tras canción. A veces agarrados de las manos o los brazos, otras saltando al unísono o realizando los mismos pasos. Así el tiempo transcurrió sin ser conscientes de nada más que de ellos mismos, como si el resto del mundo hubiese desaparecido.

AU TITANIC - VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora