Horacio había dicho en una ocasión que caer desde el barco al agua congelada debía resultar doloroso: “como si miles de cuchillos se clavaran en la piel”. Realmente lo dijo como una suposición, pues estaba tratando de exagerar y dramatizar con intención de que aquel apuesto ruso cambiase de opinión sobre quitarse la vida. No era algo que el pelirrojo supiera con seguridad. Cuando el barco terminó de hundirse, tuvo la oportunidad de comprobar lo acertado que había estado.
El agua del Atlántico estaba más que fría, estaba al punto de congelación. Y aunque no había tenido que soportar una gran caída, Horacio percibió aquellas temperaturas polares como agujas perforando su piel y cubriéndolo de los pies a la cabeza.
A pesar de que había tratado por todos los medios continuar agarrando la mano de Volkov, Horacio notó cómo una fuerza superior lo empujaba hacia el fondo. Al final, no tuvo más remedio que soltarlo, mientras su cuerpo era arrastrado hacia las profundidades.
Presa del pánico al verse cada vez más lejos de la superficie, el oxígeno escapó de sus pulmones con relativa rapidez. El dolor de los hematomas en su abdomen y los músculos cansados y doloridos se hizo patente con el frío del agua que lo envolvía. El roce de las esposas que conservaba en las muñecas era como el filo de una espada de hielo.
Pronto, Horacio se encontró a sí mismo hundido, ahogándose y en una densa oscuridad.
Y, sin embargo, la historia de Horacio no podía acabar así. Tan seguro estaba de ello que, ignorando todo el dolor que sentía, obligó a su cuerpo a moverse, tratando de retener el poco aire que conservaba.
Hacia arriba, solo debía continuar hacia arriba y en algún momento volvería a respirar.
***
Volkov llevaba el chaleco salvavidas que le había entregado Jaume y gracias a ello fue directo hacia la superficie sin apenas esfuerzo. En cuanto su rostro salió del agua, inspiró aire profundamente. Una vez se estabilizó, pudo pensar con mayor claridad. El agua estaba tan helada que resultaba dolorosa. Curiosamente era una sensación similar a la que había sentido cuando Horacio había utilizado el calor sobre su herida, solo que se extendía por todas partes. El agua era tan fría que quemaba como el fuego.
Entonces miró su mano. Horacio se había soltado.
—¡Horacio! —empezó a gritar llamándolo desesperadamente.
Víktor empezó a buscarlo por todas partes, entre la multitud que chapoteaba en el agua. Observaba su alrededor sin ver rastro alguno del pelirrojo. Él no llevaba un chaleco, ¿y si se había ahogado? El solo pensamiento le llenó de pánico.
—¡¡HORACIO!! —alzó aún más la voz, utilizando toda la potencia que era capaz.
Por mucho que gritaba, Volkov sentía que no lograba hacerse escuchar entre el jaleo causado por tantas personas. Debía haber cientos de pasajeros y tripulantes en la zona. Algunos lloraban con amargura, muchos se removían en el agua, tratando de encontrar un lugar en el que apoyarse, y otros simplemente temblaban sin parar, incapaces de hacer ningún movimiento a causa del frío.
Víktor iba mirando las caras de todos aquellos a los que se acercaba, tratando de distinguir los rasgos de Horacio en alguna de ellas. Cada nuevo rostro que no era el suyo, hacía que el miedo creciera en su interior y continuara gritando su nombre.
De repente, notó que una mano se apoyaba en su cabeza, agarrando su cabello plateado, y lo sumergía bajo el agua con fuerza. Un hombre, presa del pánico y la desesperación, había optado por utilizar al ruso como punto de apoyo para no hundirse, sin importarle que pudiera ahogarlo en el intento. Fue tan inesperado que Volkov no tuvo tiempo de tomar una bocanada de aire y no tardó en quedarse sin oxígeno. Intentó sacar la cabeza del agua, pero el desconocido puso todo su peso sobre él y no le permitía ni siquiera tomar una bocanada de aire.
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AU TITANIC - VOLKACIO
FanfictionUn ship que se convirtió en submarino y acabó siendo cohete. No podía faltar para esta pareja la historia más famosa sobre un barco que se hunde. AU dedicado a mi hermana.