14 de abril - 20:15

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Horacio tuvo suerte de haber conversado aquella misma tarde con Loki y saber dónde se encontraría. Además, estaba con Blake, así que podía hablar con los dos al mismo tiempo. Le había pedido a Volkov que buscase a Nikolai y lo llevase a la cocina, evitando a Heredia, que probablemente estaba vigilando cada paso que daba.

—De hecho —le había dicho—, me parece sorprendente que no te haya descubierto conmigo.

—Bueno, seguramente nos ha visto, pero no ha escuchado nada de lo que hemos hablado.

Horacio se mantuvo pensativo un momento, antes de añadir:

—Vale, entonces ten mucho cuidado, esta vez no pueden ver nada, si no se acabó.

—Tranquilo, no me verán —aseguró Volkov.

Así se despidieron con un breve asentimiento de cabeza y se separaron. Cada uno en busca de sus respectivos aliados.

Horacio tuvo que dar muchas vueltas hasta llegar a la cocina del navío. Cada esquina que doblaba, cada pasillo que recorría y cada escaleras que descendía, volvía la vista atrás para asegurarse de que nadie lo estaba siguiendo. Al comprobar que estaba libre de vigilancia, asumió que Volkov tendría más complicaciones.

De esta forma, al fin, accedió a la cocina, situada en una de las capas más bajas del barco, justo por encima de la sala de motores.

—¿Loki? ¿Blake? —preguntó, adentrándose en aquel mundo de fogones.

Por todas partes había personal en movimiento. Unos iban de un lado a otro con ingredientes o papeles, otros cortaban, algunos salteaban en el fuego, otros metían relucientes bandejas con gustosos preparados en los hornos, había quienes hacían salsas y quienes iban probando los resultados.

El chef y el ayudante de chef se encontraban gritando, dando vueltas y ayudando en todas partes tan deprisa que parecían tener superpoderes. El ruido del fuego, de los platos y las sartenes, así como de los cocineros inundaban el espacio, apagando la voz de Horacio, que continuaba llamando a sus amigos.

No iba a resultar sencillo encontrarlos entre tanto caos. Además, había que añadir el tamaño de aquellas inmensas cocinas, que debían ocupar una buena parte del barco.

Todo el mundo estaba tan ocupado que nadie parecía notar su presencia en mitad de aquel bullicio. Así, Horacio continuaba pasando entre panaderos y carniceros, encargados de despensa y pasteleros.

La mezcla del olor de los distintos cocinados y preparaciones estaban comenzando a abrumar a Horacio, que se debatía entre continuar buscando o marcharse, cuando escuchó un sonido que llamó su atención:

—Pss psss, Horacio, psssssss

El pelirrojo miró alrededor, buscando el origen de la llamada.

—Horacio, ven, pssssss psssssssssssssssssss

Al fin, localizó a Blake. Estaba tras uno de los fogones, llamándolo en la distancia. En cuanto lo vio se dirigió hacia él, esquivando cocineros que iban de aquí para allá y le lanzaban miradas de sorpresa y molestia al verlo rondar por ahí. Cuando estuvo a su alcance, Blake le agarró del brazo y tiró de él hacia abajo, para ocultarse. Los dos se encontraban en cuclillas, tras una de las cocinas.

—¡¿Pero qué...?! —comenzó Horacio.

—Shhhhhh... ¡¿Qué haces aquí?! Como te pillen en la cocina van a matarme. No puedes pasearte aquí así como así —Blake le hablaba gritando en susurros. Lo suficientemente fuerte para que solo él pudiese escucharle.

—Por lo visto sí puedo —respondió, bajando el tono de voz para igualarlo al del cocinero—. Estaba buscándote, a ti y a Loki. Por cierto, ¿dónde está Loki? Pensaba que estaba contigo

AU TITANIC - VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora