Capítulo VIII | Es diferente

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                LA ÚNICA TABERNA QUE SE HALLABA EN TORTUGA CONSTABA DE DOS PISOS, siendo el segundo donde se encontraban las habitaciones que los piratas alquilaban para hospedarse durante unos días. Estas eran todas iguales: espacios minúsculos con una cama, un baúl y una pequeña mesa. El dueño estaba al tanto de que no merecía la pena implementar más comodidades porque nadie tenía pensado vivir allí a largo plazo. Además, sabía por experiencia propia que si colocaba algo del más mínimo valor, cualquiera se lo robaría.

Malia había rentado una de estas salas y, cuando Selina entró, se sorprendió de que un cuarto tan pequeño pudiese estar tan desordenado. Las ventanas estaban abiertas de par en par y no había cortinas que las cubriesen, por lo que las antorchas que iluminaban la calle también servían para alumbrar la habitación. Había botellas de diversos licores tiradas por el suelo, una pequeña montaña de ropa usada en un rincón, algunas armas desperdigadas y, aunque la cama no estaba deshecha, sí había bastantes arrugas.

Una diferencia entre esta habitación y la mayoría de la demás era que esta tenía baño. La pelirroja, apenas cruzó el umbral de la puerta, entró en la sala anexa y comenzó a lavarse la cara con el agua de una jarra que había dentro. Para hacer tiempo, Selina caminó hasta llegar a la ventana evitando pisar alguna de las botellas vacías. Fuera continuaba habiendo mucho escándalo, aunque le pareció que los piratas estaban más tranquilos que cuando había llegado. Nunca supo si este pensamiento se debió a que ya se había acostumbrado al barullo o a que desde la seguridad de la lejanía todo se veía más tranquilo.

—Cuando te conocí y me diste un nombre falso a pesar de que acababa de salvar tu vida supe que sucedía algo extraño contigo —comenzó a hablar Malia, mientras salía del baño. Al escucharla, Selina se dio la vuelta y apoyó su espalda contra el marco de la ventana.

—Técnicamente, no te di un nombre falso. Te di un pseudónimo. Y te avisé de que no pensaba revelarte cómo me llamaba en realidad.

—Da igual, como sea —restó importancia la pelirroja, rodando los ojos ante su explicación—. Siempre quise saber qué haría una chica tan joven caminando sola de noche por esos barrios, ¿sabes? Pero nunca te pregunté porque creí que serías una ladrona y por eso no me dabas detalles sobre ti.

Entre la espada y el océano | Piratas del Caribe [Jack Sparrow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora