Capítulo XXVIII | Me caes bien

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EL PÁNICO ESTUVO A PUNTO DE CUNDIR EN PORT ROYAL cuando los ciudadanos se dieron cuenta de que un barco pirata había echado el ancha cerca de sus costas. Varios hombres armados llegaron al puerto con la intención de evitar un nuevo asalto por parte de los piratas, mientras que las personas que no habían sido adiestradas en la lucha corrieron a esconderse en el interior de sus hogares. La ciudad ya había sufrido muchas bajas hace unos meses y no permitirían que sucediese de nuevo. Al menos, no sin luchar.

James Norrington fue el encargado de dirigir a los combatientes hasta el extremo de la ciudad, ligeramente esperanzado ante la expectativa de que fuesen los mismos que habían secuestrado a su prometida y que, con suerte, la llevaran aún con ellos.

—Señor —murmuró uno de sus subordinados, observando a través de su catalejo—, creo que debería ver esto.

El hombre le arrebató el objeto de mala gana y miró a través de la lente encontrándose directamente con el rostro de Selina, quien pareció devolverle la mirada como si se hubiera sentido observada. Desconcertado, buscó más caras conocidas y encontró varias: el del herrero, el del pirata que habían mantenido cautivo y, por supuesto, el de Elizabeth. Había pensado que se sentiría aliviado de saber que estaba ahí, pero sucedió todo lo contrario.

Notó cómo la ira fluía por sus venas como si de sangre se tratara. No fue un secreto para nadie, ya que fruto de sus emociones apretó el catalejo con tanta fuerza que logró quebrarlo un poco, aunque su dueño no vio prudente quejarse en ese momento.

Era evidente que buscaban que varios de ellos llegaran a tierra, ya que algunos de los piratas estaban bajando un bote al agua. Sin embargo, al hombre le molestó tanto ver a Elizabeth tan tranquila entre todos ellos que le fue imposible alegrarse de su regreso. Había ansiado durante meses ese momento, pero siempre había imaginado que sería él quien la trajese de vuelta.

Echaba la culpa a los tres restantes. Odiaba a Jack por haberles prestado su ayuda y a Will por creer que tenía la más mínima esperanza de tener algo serio con la rubia. Mas, por encima de todo, sentía que despreciaba a Selina, ya que todo iba perfecto hasta que la castaña puso un pie en Gran Bretaña. Estaba claro que era una mala influencia para Elizabeth. Era una de esas niñas consentidas que no se preocupaban por algo tan básico como seguir las normas básicas de etiqueta.

Entre la espada y el océano | Piratas del Caribe [Jack Sparrow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora