Capítulo 19.

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Louis

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Louis.

Decir que pasé el resto de la tarde desganado era poco. Ni siquiera puedo explicar cómo me sentía y mucho menos darle un porqué, lo único que puedo decir es que hoy no es mi día y solo espero que ya acabe.

Estaba muy agusto en mi cama, tirado cómo si estuviera desmayado escuchando música cuando escuché demasiados ruidos en el pasillo. Se trataban de mis hermanas pero no sé porqué tanto escándalo, lo único que puedo asegurar es que Lottie es la protagonista de este ruidero.

Mamá no estaba en casa, había ido a su doble turno en el hospital y en su lugar está la señora Smith, una de nuestras vecinas que se había ofrecido a cuidar a los gemelos y a las niñas mientras mamá está en el trabajo. Yo le había comentado a mi madre que yo solo podía con ellas, pero ahora agradezco que la señora Smith esté aquí o me iba a volver más loco de lo que ya estoy.

– ¿Qué pasa chicas? – pregunté al salir de mi cuarto observando cómo mis cuatro hermanas estaban en el pasillo discutiendo.

– ¡Lottie no nos deja ver la televisión! – gritaron al mismo tiempo las gemelas.

– ¡Ustedes no entienden! – gritó Lottie de vuelta – ¡Esto es de vida o muerte!

Pasé mis dedos por el puente de mi nariz tratando de mantener mi cordura mientras estas enanas seguían en su pelea por el control remoto.

– ¿Sabes a qué se refiere con algo de vida o muerte, Fizzy? – le pregunté a mi única hermana normal, la cual iba pasando por ahí con un pedazo de pastel.

– Algo de Harry – dice mientras lame la cuchara – la escuché hablar con sus amigas, en un programa están pasando el chisme de él con su nueva novia.

Novia.

Había tratado de no pensar en esas imágenes durante la tarde pero no es tan fácil. Me había quedado con un mal sabor de boca desde que salimos de aquel restaurante y siendo sincero no quería saber más del tema.

Le quité a Lottie el control de las manos sin que se diera cuenta y se los pasé a las gemelas.

– ¡Oye! – me reclamó al ver lo que hice. Daisy y Phoebe ya se habían ido corriendo de ahí hacia la televisión mientras reían.

– Tu puedes ver lo que sea que quieres ver en tu celular y computadora, en tu cuarto, donde nadie más lo vea – le dije.

– Uy, ¿por qué estás de mal humor?

Por tu tonto ídolo, por eso.

– No es nada, solo estoy cansado – murmuré revolviendo mi cabello.

Lottie me miró por unos segundos más y luego se fue a su habitación sin decir nada. Fizzy se quedó igual unos segundos tratando de descifrar el porqué estoy tan malhumorado, pero al ver que no decía nada me sonrió y se fue a su habitación también.

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