Takashi Mitsuya

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- Jefe

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- Jefe..., ya debería ir a casa, su esposa tiene que estar preocupada.- Ya era la 1:00 AM y este hombre seguía en la oficina haciendo bocetos.-

- Mi esposa ni siquiera ha llegado.- Me miró, estaba realmente cansado y estresado.-

- Tú eres la que se tiene que ir, en tu casa tienen que estar preocupados.-

- No hay nadie, mis hermanos están trabajando, preferiría quedarme aquí, no... ¿me podría contar que le pasa?.-

Acercó una silla a su lado y la palmeó invitandome a sentarme allí. Me acerqué con unas tazas de café y galletas.

- Gracias de verdad ___.- Suspiró estirando su cuerpo, observé su cuello. Esa manzana de adán me hizo apretar las piernas.-

- Pues, mi matrimonio está muy mal. No entiendo a mi esposa, últimamente está muy distante...-

Lo escuché pacientemente hablar sobre cada uno de sus problemas, quizá si estaba prestándole atención... pero en realidad por mi mente solo pasaba como me ponía sobre la mesa y me comía la boca.

Mi mirada estaba fija a su rostro, a sus labios y él se dió cuenta de esto. Una gran tensión se formó entre nosotros, el ambiente se volvió caliente y el silencio empezó a reinar, su mano se colocó en mi pierna haciendo pequeños masajes con los dedos. Me puse muy nerviosa que mis mejillas se coloraron.

- Creo que me tengo que ir, ya es tarde.- Intente levantarme pero sujeto con fuerza mi mano.-

- No, eso no se va a poder ____.- Acerco su cuerpo al mio, cerré los ojos cuando sus labios se acercaron a los míos y los rozaron levemente, sus manos tomaron mis caderas y me guiaron a sentarme sobre su regazo.-

Comenzamos a besarnos, un beso lento pero lleno de deseo. Apretó mi trasero mientras que yo ponía mis manos en la parte trasera de su cuello, pude sentir como una ereccion comenzaba a crecer.-

- No... no...- Paré el beso tratando de levantarme pero no me dejó.-

- ___, por favor. Ayúdame con esto.- Guió mi mano a su entrepierna dejándome tocar el gran bulto.- No creo que mi esposa vaya a saber y ni le importaría.-

- E-Está bien... pero prométeme que no se enterará nadie, no quiero problemas.-

- Te prometo que no los tendrás. Solo tu y yo sabremos esto...-

- Yo... te confieso que desde hace ya algún tiempo has llamado mi atención ___, pero simplemente no podía fallarle a mi matrimonio. Pero en este momento lo único que quiero es hacerte mía.- Esto ultimo me lo susurro al oído para luego pasar su lengua por el lóbulo de mi oreja y atraparlo en sus labios dándole una mordida que hizo que un escalofrió bajara por mi columna vertebral y los vellos de mi piel se pusieran de punta.-

Su boca comenzó a bajar y pasearse por tu cuello, sus colmillos se enterraron en mi piel, un gemido de dolor salio de mi boca. Sus manos apretaban mi trasero y lo frotaba contra su entrepierna, mis bragas ya estaban empapadas y mi intimidad palpitaba. Lo único que me ponia nerviosa es que...

- Takashi... esta es mi primera vez.- Levanto la cabeza para mirarme a los ojos, soltó una lijera risa y coloco un mechón de mi cabello tras mi oreja.-

- Pues entonces me haré cargo de que todo sea perfecto.- Volvió a besar mis labios, sus manos subieron por mi cuerpo trazando mi silueta hasta acariciar mis pechos sobre la lijera tela de mi top, suspiros y jadeos se comenzaron a escuchar cuando su fría pero suave mano empezó a acariciar mis pechos y tocar mis pezones.-

Estaba sintiendo un montón de sensaciones de placer y a la ves extrañas, tomé la iniciativa y deslizé mis manos por su cuello dándole un pequeño apretón y seguir bajando para soltar los botones de su camisa y acariciar su trabajado pecho.

Me cargó con fuerza sentándome en el escritorio, no sin antes correr sus diseños para recostarme ahí. Quitó con cuidado mi camisa y bajó mi falda observando mi cuerpo casi desnudo, él también terminó de quitar su camisa y desabrochó sus pantalones, cierto sentimiento de pena me invadió.

- Tranquila... Eres perfecta y hermosa ___. No tienes porque sentirte insegura aquí conmigo.- Sus labios pasaron por mis pechos, retiró con cuidado mi top y colocó una mano en cada uno apretandolos y dandoles caricias y pequeños besos.-

Poco a poco sus besos comenzaron a bajar por mi abdomen hasta llegar al borde de mis bragas.

- ¿Puedo?- Preguntó.-

- Sí.- Suspiré, con ayuda de sus dientes las bajó hasta que quedaran tiradas en el suelo. Observó a detalle mi húmeda vagina y escondió su rostro en esta.-

Comenzé a sentir lenguetazos, presiones y tirones a mi botón de placer. Pronto un dedo entró en mí, maldición, este hombre sabe muy bien donde tocar y como hacerlo para volver loca a una mujer. No pasó mucho cuando me corrí, era imposible retenerlo más.

Una sonrisa se formó en sus labios cuando sacó sus dedos de mi interior y les dió una lamida, con su mano libre sacó su erección y se masturbó un poco.

Bendecidos fueron mis ojos, una polla grande y gruesa, venosa y con punta roja, demasiado apetitosa para mis ojos.

- Creo que ya estás más que lista. Si te duele, quieres que pare o lo que sea, solo dime.- Separó mis piernas y tiró un poco de mis caderas para acercarme al borde del escritorio, empezó a frotar la punta de su polla contra mi húmeda entrada.-

- Takashi, me siento lista. Por favor, métemela.- Le dije desesperada y moviendo mis caderas ansiosa, mis piernas se colocaron alrededor de su cadera y poco a poco fue entrando en mí.-

Pequeñas lágrimas salieron al principio mientras me acostumbraba al tamaño pero luego empezé a sentir la necesidad de que se moviera. Era extrañamente deliciosa esta sensación, su polla me llenaba por completo con cada caliente embestida y un chapoteo resonaba por la oficina.

Sus músculos se tensaban con cada embestida, jadeos y gemidos salían de sus labios. Sus mejillas estaban rojas y su cabello desordenado, sujetó con fuerza mis caderas para aumentar el ritmo hasta que ambos llegáramos a un orgasmo.

Su cuerpo cayó sobre el mío con cansancio, hundió su cara entre mis tetas mientras yo acariciaba su cabello con mi respiración algo agitada.

- Gracias, esto fue... genial.-

- Cuando quieras podemos repetir.- Sonrió coqueto acomodando sus ropas.-

Mi celular sonó, era mi hermano avisando que ya iba a casa. Así que corrí a vestirme.

- Si quieres te llevo.-

- Me harías un gran favor.- Me tomó de la mano hasta salir de la empresa y llevarme en su auto hasta mi casa. Sólo estaba uno de ellos.-

-

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