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—Yo no estoy poniéndole enaguas a Jisung.

—Ya lo tiene lavando ropa y cuidando el jardín. También podría comenzar a enseñarle a cocinar y a limpiar.

—¿Y qué hay de malo en eso?

Chan tomó una de las manos de Baekhyun y la levantó contra la luz.

—En primer lugar, daña las manos.

Baekhyun se quedó atónito y trató de soltarse, pero Chan no se lo permitió.

—Sus manos deberían ser suaves y blancas. Usted debería vivir en una casa grande y tener armarios llenos de ropas hermosas y contar con alguien que las lavara por usted.

Baekhyun se sintió halagado e incapaz de oponer resistencia.

—Usted debería llevar flores en el pelo e ir a bailar todas las noches.

Baekhyun se obligó a cerrar los oídos y el corazón para no seguir oyendo las palabras de Chan y se soltó.

—Eso podría haber sido así si mi esposo no hubiese sido un pistolero que se hizo matar un mes después de casarnos —dijo, y terminó de sacudirse el embrujo que habían creado las palabras de Chan—. Que es otra de las razones por las cuales Jisung nunca va a aprender a amar las armas.

—Ningún hombre debe amar las armas ni le debe gustar matar, pero un arma es una herramienta, una herramienta necesaria cuando se vive aquí. Sin un arma, y sin saber cómo y cuándo usarla, un hombre está a merced de los ladrones, los bárbaros y los asesinos.

—¿Así es como justifica sus asesinatos?


Baekhyun no tenía la intención de ser cruel, pero le daba mucha rabia la dureza con que él juzgaba su forma de educar a Jisung. Además, tampoco estaba totalmente seguro de que no se estuviera burlando de el. Y esa posibilidad lo llenaba de rencor.

—Yo no he matado a nadie aquí —dijo Chan. 

Luego sencillamente se marchó. No anunció que se iba ni se despidió. Sólo dio media vuelta y se fue. Baekhyun se sintió rechazado, despreciado, olvidado. Y eso le puso furioso. ¡Ese hombre era un insolente, estaba lleno de desprecio y pensaba que tenía todas las respuestas! Creía que sólo tenía que abrir la boca y el se desmoronaría y abandonaría los principios que había seguido toda su vida. Lo observó mientras atravesaba el claro y volvió a sentir un estremecimiento en el vientre. La espalda de ese hombre iba a ser su ruina. Lo único que Chanyeol Choi tenía que hacer para convertirlo en un ovillo de nervios tembloroso e impotente era darle la espalda, con esos pantalones apretados que forraban las curvas de su trasero y esos poderosos muslos que estiraban las costuras de los pantalones, y esos anchos hombros que se movían con una energía aparentemente mágica.


A Baekhyun le impactó sentir una vaga sensación de calor en una parte de su cuerpo que ya casi había olvidado que le pertenecía. En siete años, nadie había despertado en el ninguna reacción. Sin embargo, aunque Chan acababa de insultarlo, sólo necesitaba mirarlo de espaldas para sentir en sus entrañas una corriente de deseo que lo invadía como la columna de humo de una hoguera. Baekhyun desvió la mirada. No iba a permitir que él le diera órdenes ni que se burlara de el. Chan no era un compañero apropiado para Jisung. No era la clase de hombre que el admiraba.


Sin embargo, al tiempo que se decía eso, Baekhyun levantó la vista para alcanzar a verlo antes de que desapareciera detrás de la pared del cañón y sintió que su determinación comenzaba a flaquear. Chan había nacido en una plantación en Virginia. Debía de haber sido educado para ser un caballero, la clase de hombre en que el quería que Jisung se convirtiera. Baekhyun comenzó a atravesar el jardín, cuando vio que Jisung venía del arroyo con el agua.

Baekhyun (Libro 4 - serie 7 novios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora