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El disparo resonó en los oídos de Chan como el anuncio del Juicio Final.

¡Alguien estaba tratando de armar un tiroteo en el pueblo! Chan se preguntó si toda la gente de Arizona hacía lo mismo cuando estaba molesta o aburrida. Él no había aceptado ese empleo para pasarse el tiempo desarmando a un puñado de borrachos insatisfechos. Ya había echado la silla hacia atrás y había sacado el rifle de la vitrina, cuando JongIn entró corriendo a la oficina.

—Changsun Byun está en la cantina de Elgin —dijo y los ojos le brillaban de le excitación—. Dice que te va a matar por lo que le hiciste a su padre. ¿Vas a tener un duelo en la calle?

—No si puedo evitarlo, tú quédate aquí hasta que vuelva.


* * *


Jisung se apresuró a asomarse a la ventana.

—¿Qué pasa?

—No sé, parece que alguien está disparando tiros al aire —dijo Baekhyun, al tiempo que se asomaba a la ventana por encima de la cabeza de su hijo. Luego sintió que el corazón se le aceleraba cuando vio a Chan bajando por la calle. Si se casaba con él, eso era lo que iba a padecer cada vez que oyera un disparo.

Jisung salió hacia la puerta.

—Quieto ahí —gritó Baekhyun—. Tú no vas a salir de aquí hasta que yo te lo diga.

—Pero quiero ver qué pasa.

—Tendrás que verlo desde aquí. El comisario se encargará del asunto.

Baekhyun imploró que alguien cuidara a Chan. Chan se dirigió a la cantina. Aquí y allá había hombres parados en los umbrales de las casas y las tiendas, con el arma lista, pero todas las mujeres y los donceles habían desaparecido. Mientras se aproximaba a la cantina, Chan se dio cuenta de que no tenía deseos de enfrentarse con Changsun. No le interesaba en lo más mínimo que Changsun acabara a tiros con la cantina de Elgin. No le importaba si los ciudadanos no podían dormir en sus camas sin que los despertara un vaquero enloquecido o un borracho al que le gustaba disparar. De hecho, ese pueblo no le importaba en absoluto.

Excepto por Baekhyun y Jisung. Y JongIn y Lisa. Y la familia Kim. Y Miranda y los Norton. Y unos cuantos más. Sin darse cuenta, había llegado a conocer a toda la gente del pueblo. Y había llegado a preocuparse por ellos. Esa gente ya no era una colección de rostros desconocidos. Chan sabía que Jesse McCafferty estaba obsesionado con los fantasmas, pero era un genio con los caballos. Podía reconocer la silueta de Ruth Norton a cien metros de distancia y la voz de Hyuna Kim a mil metros de distancia y el sonido de los pasos de Lisa sobre la acera y las pisadas de JongIn cuando bajaba corriendo las escaleras. Esa gente era tan real para él como su propia familia.

DongWook salió del hotel y se dirigió hacia él. Llevaba puestas sus pistolas.

—¿Qué sucede?

—Uno de los Byun está disparando en la cantina. Puedo manejarlo.

—¿Estás seguro de que es sólo uno? Tal vez sea una trampa.

—Otra vez has estado escuchando a Jun.

DongWook sonrió, aunque con un poco de tristeza.

—Al menos él habla conmigo.

Chan se sintió culpable por negarse a ver a DongWook —también se había negado a hablar con Jun—, pero no quería que él estuviera ahí.

—Quédate aquí. No quiero tener que explicarle a Jinki por qué se quedó viudo.

—¿Cuándo he necesitado que tú me protejas?

Baekhyun (Libro 4 - serie 7 novios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora