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A la tutoría del día de hoy, Bakugou llega tan enojado que parece que le sale humo de las orejas. Kirishima, preocupado, le envía una mirada amable y le dice:

—¿Mal día?

—Metete en tus asuntos, idiota.

Es más duro de lo normal. Su voz suena con la verdadera intención de herir. En el fondo, sabe que el rubio solo ha soltado esas palabras por un momento de enojo. Sin embargo, tampoco dejará que lo trate de esa manera.

—Oye, Bakugou, sé que estás enfadado, pero no puedes ir e insultar a las personas. —Frunce el ceño—. Si no quieres hablar, está bien.

Bakugou suspira, sentándose y apoyando los codos sobre la mesa.

—Lo siento.

Bueno, es la primera vez que lo escucha disculparse. Es algo nuevo.

—Está bien —le sonríe, suave—. ¿Quieres contarme qué pasa?

—Tuve una pelea con el imbécil de la habitación de al lado —bufa—. Él fue a hablarlo con el orientador y terminé pidiendo un cambio de habitación. Perdí dos jodidas clases hablando de esa mierda con la consejera y el encargado del orden de los dormitorios.

—¿Y lo aceptaron? —pregunta, sorprendido—. Es raro que cambien a los estudiantes de habitación.

—Lo hicieron porque vieron que no tenían opción. Con ese imbécil no podría llevarme bien ni en mil años.

—¿Y te dijeron dónde te cambiarían?

—Dijeron que iban a evaluar la situación, tienen que seguir una mierda de protocolos y en unos días me darán una respuesta.

Kirishima asiente en compresión.

La UA es muy grande, tanto así que tiene edificios residenciales para los estudiantes. Cada generación tiene seis edificios y cada uno tiene una torre para chicos y otra para chicas, aunque el primer piso —donde está la sala, comedor y cocina— son de espacio común. Los residentes son elegidos al azar, por lo mismo, el pelirrojo cree haber tenido una gran suerte, pues no hay nadie de su edificio quien le desagrade, por el contrario, todos son muy simpáticos y amables.

Bakugou aún parece frustrado, así que Kirishima pone una mano sobre el hombro de este, de la manera más amistosa posible, y aprieta de forma suave. Al ver que el rubio no se aleja ni muestra signo de incomodidad, la mantiene ahí.

—¡Al menos aceptaron! Solo tienes que esperar unos días y podrás tener tu nueva habitación —le dice, intentando animarlo—. ¡Incluso podríamos ser vecinos!

—¿Qué?

—En mi edificio hay tres habitaciones vacías. Dos de ella están en mi piso. Genial, ¿no crees? ¡Sería mucho más fácil estudiar!

—En tus sueños, idiota.

—Sé que en el fondo te gusta la idea. ¡Nos llevamos bien!

Bakugou bufa, pero no lo niega. En ese momento, el pelirrojo siente que ha mantenido su mano demasiado tiempo en el mismo lugar y decide apartarla antes de que se haga incómodo.

—Basta de charla —le regaña—. Estudia.

—Agh, ¡pero quiero hablar un poco más contigo! —Hace un falso puchero—. Si fuéramos vecinos, podríamos charlar más.

—Te dije que estud-

—¿No te gustaría? —pregunta, curioso—. Yo creo que podría ser una buena idea.

No sabe por qué están saliendo esas palabras de su boca, pero tiene un deseo enorme por escuchar a Bakugou admitir que le gustaría ser su vecino.

—Supongo que no sería tan malo —comienza, sin mirarlo a los ojos—. Sería peor si viviera al lado de otro imbécil.

Ahhh, definitivamente el corazón de Kirishima salta de alegría ahora mismo.

—¡Me siento halagado, hombre!

—Cállate y estudia.

—¡Por supuesto!

El resto del día, Kirishima se lo pasa con una gran sonrisa en el rostro.

Entre Clichés | KiriBaku, AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora