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Kirishima le envía unos mensajes a Bakugou, los cuales no son contestados. Dudoso, comienza a caminar, dirigiéndose a la salida del campus. Entonces, ahí lo ve. El rubio luce guapo, con ropa oscura y una camisa azul abierta. 

Le cuesta creer que haya aceptado tener una cita de estudios fuera de la escuela, incluso teniéndolo en frente, siente que todo es un sueño. 

—¡Bakugou! —exclama el pelirrojo, sonriente—. Ambos llegamos más temprano. Genial. 

Para salir, deben registrar sus nombres en la recepción. Hay unas cuantas personas antes que ellos, pero la fila no se demora más de cinco minutos en avanzar. Cuando ambos se anotan, el guardia les desea que tengan un buen día, a lo que Kirishima responde de manera amable. 

El viaje a la cafetería es de unos diez minutos caminando, en los que el pelirrojo comenta sobre lo bueno que es salir de la UA para despejarse y relacionarse en lugares diferentes. Bakugou se mantiene callado, observando a su alrededor. 

La cafetería es un lugar bastante amplio. Hay muchos jóvenes ahí, reunidos con sus computadoras portátiles, libros y lápices. El rubio es quien elige el lugar más alejado de todos para sentarse. Poco después de que se acomodan, una mesera se les acerca. 

—¡Bienvenidos! —ella sonríe, amable—. ¿Qué desean ordenar? 

Ambos, en el menú, revisan las opciones de desayuno. 

—Té verde —Bakugou dice—. Un tazón de yogurt, granola y frutas. 

—Súper saludable. Eso es genial, hombre —le sonríe, luego se dirige a la mesera—. Yo quiero dos tostadas con jamón de pavo y un tazón de yogurt natural con avena y banana. También un vaso de leche descremada fría. Y, uh, ¿pueden ponerle un poco de aceite de oliva a las tostadas? 

La chica, asintiendo, anota todo en su libreta y dice:

—Todo listo. Traeré sus pedidos en unos minutos. 

Ella se retira, dejándolos solos. Las conversaciones de los demás clientes de la cafetería se escuchan como murmullos suaves y agradables. El ambiente es tranquilo. Nunca hay demasiadas personas por la mañana de un sábado.

—¿Sigues una dieta o una mierda así? —Bakugou pregunta, mirándolo con el ceño fruncido. 

Kirishima se siente bien por ello. Hace una semana, su tutor ni siquiera se habría interesado en preguntar eso. 

—Sí —responde—. El entrenador nos hizo ir al nutricionista una vez que comenzamos los entrenamientos más serios. Aunque no es una dieta tan estricta, también puedo darme algunos gustos... ¿Y tú? 

—Solo intento comer equilibrado. —Se encoge de hombros. 

Entonces, el pelirrojo recuerda algo.

—Oh, tú vas a clases de gastronomía, ¿no? —pregunta, su rostro iluminándose—. Me gustaría probar algo que cocines. ¡Seguramente lo haces genial! 

—Ni en tus sueños, cabello de mierda. 

—Ow, hombre, no seas tan duro —dice, haciendo un sonido exagerado de lamento. 

Entonces, se le ocurre una grandiosa idea. 

—Bien, hagamos algo: si en el próximo examen de ciencias logro sacar arriba de 85, entonces me invitas a almorzar algo que tú hagas. ¿Qué dices? 

—No tiene sentido. La idea de las tutorías es que te vaya bien, ¿por qué demonios querría que saques menos de 85? 

—¡Es solo un incentivo! —Kirishima intenta mirarlo con los ojos de cachorro, pero realmente no sabe si está funcionando. 

Antes de obtener una respuesta, la mesera deja el té y la leche sobre la mesa. Kirishima le agradece y ella se marcha. Entonces, el rubio dice: 

—Arriba de 90. 

—¿Eh? 

—Si sacas arriba de 90, entonces cocinaré alguna mierda para ti. 

El pelirrojo siente que sus mejillas estallarán ante la gran sonrisa que ha puesto, pero no le importa. Se siente demasiado contento ante esto. 

Poco después, la mesera vuelve y deja el resto de sus pedidos. 

—Comencemos a estudiar —Bakugou dice, luego de comer una cucharada de cereal con granola—. Examen oral. Ahora. 

—Oye, amigo, espera. No estoy- 

—¿No estás preparado? —pregunta, desafiante—. No me digas que te he enseñado para nada, idiota.

Kirishima bufa, medio frustrado. Toma un largo sorbo de su vaso de leche, se lame los labios y dice: 

—¡Estoy preparado! 

Las preguntas son sencillas al comienzo, luego van subiendo de intensidad. Al final, Kirishima tiene solo dos respuestas malas de quince, lo cual es bastante bueno. De esa manera, ellos están casi terminando sus desayunos. Al pelirrojo le queda un poco de su yogurt y Bakugou está disfrutando de su té. 

—Lo hice bien, ¿no? 

—No está mal... —el rubio admite, sin mirarlo. 

—¡Gracias! 

—Como sea. Termina el yogurt y saca tu cuaderno. Comenzaremos con la parte práctica.

Kirishima hace un sonido de dolor, pues es lo que más le cuesta. Sin embargo, asiente. Logra que lo poco que le queda de desayuno dure bastante, sacándole plática a su compañero. Es una tarea difícil, pero lo logra. De alguna manera, se entera de que el pasatiempo favorito de Bakugou es el montañismo y que le encanta la comida picante. 

Es inevitable que el yogurt se acabe y, entonces, ambos vuelven a concentrarse en la ciencia. 

Entre Clichés | KiriBaku, AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora