✓ NIGHTS, dark pit.

001

Desde un kilómetro de distancia se notaban la falta de ganas de vivir de la rubia. No lo hacía a propósito, pero era divertido verla morir lentamente por cada tanto distraerse y hacerla tener que repetir desde el inicio lo que le estaba diciendo.

—¿Entendiste todo? — preguntó con cansancio.

—Si, pero... — se restregó ambas manos en el rostro. — ¿Estás segura de esto?

—¡Claro que sí! ¡Los humanos deben ser destruidos! — exclamó con determinación.

La contraria suspiró.

—Bueno, está bien, supongo. — respondió algo insegura.

Segundos después bostezó, tapando su boca con la palma de su mano.

—Vamos, Petrodius se encargará de cualquier cosa. — Viridi la tranquilizó, como si fuera cualquier cosa.

Como si estuviera loca.

—De acuerdo. — concordó sin más.

Se sentó a su lado en una mesa redonda, viendo esa bola mágica que tenía para ver todo y esperando que lanzara la bomba.

Literalmente.

Un retumbe se sintió, pero fue muy leve.

—¿Te dio miedo? — inquirió la diosa con gracia, ____ bufó.

—Ya quisieras.

—¡Pero qué buena puntería! ¡No estuvo nada mal! — dijo probablemente esperando que le respondiera. — ¡Hasta nunca, plaga de mortales! ¡El mundo será un lugar mejor sin ustedes!

En eso estaban de acuerdo.

—Esa es Viridi, la Diosa de la Naturaleza. — se escuchó la voz de una mujer, la reconoció de inmediato. Acercó su cabeza rápidamente y se congeló al verla en la bola mágica. — ¡Pit, ve a reconocer la zona!

—¡Enseguida!

Luego se escuchó una voz de hombre, dulce pero determinante. Era un ángel castaño de ojos azules.

—Así que tú eres la famosa Palutena... dicen que has estado muy ocupada.

—Y tú eres Viridi, Diosa de la Tierra y de todos los seres vivos.

¿Era en serio?

—¡No sabía que tenía admiradores! — exclamó orgullosa.

—¡¿Por qué has hecho esto?! — preguntó «Pit».

Su voz sí que era molesta.

—Los mortales solo buscan satisfacer sus deseos, son seres egoístas.

Respondió por Viridi, sorprendiendo a Pit y Palutena por esa segunda voz, más a la peli-verde.

—¡Amo que te parezcas tanto a mí! — Viridi la abrazó por los hombros a forma de cariño, la contraria gruñó. — ¡Se estaban aniquilando por un rumor sin fundamento! Se han apartado demasiado del buen camino... ¡por eso voy a restituir el orden natural del planeta con mis bombas génesis!

Sonaba convincente, al menos para ella.

—¿Y no te duele exterminar a los mortales, que también son seres vivos?

—¡Tú no eres quién para criticar! No pareces tener problemas a la hora de masacrar al Ejército del Inframundo.

—¡Eso es totalmente diferente!