✓ NIGHTS, dark pit.

009

3 años.

3 años habían pasado desde que ese desastre había comenzado. Y, claro, no es que pudiera hacer algo al respecto.

¿Una simple ángel contra 2
dioses súper poderosos? No, ni en un millón de años. Pero lo intentaría si eso permitiera volver a ver al pedazo de tonto que dejó de aparecer. Lo sabía: si Pit desaparecía, Dark Pit también. Según ella esa fue la razón por la que desapareció.

Era algo lógico, ¿no? Todas las noches fue, pero ninguna de esas veces lo encontró. Fue algo desalentador, pero no tampoco fue algo que le daba ganas de morirse. Simplemente era triste.

Además, al enterarse de lo sucedido con Pit y Palutena, Phosphora regresó de inmediato, reencontrándose con ella nuevamente. Debido a lo triste y patética que se sentía, le contó todo el asunto con Dark Pit y Phosphora la escuchó, haciendo una que otra broma de vez en cuando.

En ese momento se encontraba leyendo, esperando que algo bueno sucediera ese día. No se la pasaba flojeando, pero con Palutena encargándose de los mortales, le daba mucho tiempo libre.

—Aún necesitas prepararte para la batalla. — escuchó la voz de Viridi hablarle a alguien. — Te guste o no, me voy a encargar de todas las tareas de Palutena.

—Estás bromeando, ¿verdad?

Escuchó la voz de Pit, cosa que la alertó. Por un momento pensó que la estaba amenazando. Se levantó lentamente de su cama y salió de su habitación mientras trotaba hacia donde se encontraban mientras esperaba que prosiguieran con su conversación.

—Ya te dije que puedo hacer todo lo que hace Palutena... pero mejor.

—¡Wow! ¡Aquí tengo todo lo que necesito! — habló el castaño con asombro. — Admito que quizá te haya subestimado. La verdad es que eres genial, Viridi.

—¿Por qué tienes que ser tan servil y rastrero? A mí no me impresionas... mi único objetivo es eliminar a Hades. — finalmente los encontró, solamente pudiendo ver la espalda del castaño frente a la diosa. — En fin, aquí podrás equiparte con armas y dones, como siempre... ¿entendiste?

—Entendido. — aceptó segundos después con resignación.

—¿Pit?

Llamó la atención de la diosa y la del susodicho. El castaño se giró al escucharle, abriendo la boca con sorpresa.

—¿____? ¿En serio eres tú?

Pit se le acercó con una sonrisa.

—Sí, soy yo. — respondió extrañada.

Se suponía que eran enemigos, ¿y él venía a hablarle como si fueran los mejores amigos?

Viridi le pidió llevar a Pit a su habitación para que lo curara. Le obedeció, callada y tranquila. Sacó unas vendas de debajo de su cama junto otras de las plantas con propiedades curativas. Y así comenzó a vendar sus heridas.

—Tienes suerte de que no te hayas herido demasiado. Nunca había visto algo como esto.

—Sí, un poco... — respondió algo ido, luego la miró. — ¿Cómo has estado estos años?

—Bien, creo... — suspiró. — Te lo voy a preguntar directamente, ¿por qué has estado masacrando humanos y vuelves como si nada hubiera pasado?

—Me transformaron en un anillo y poseyeron mi cuerpo.

—¿Qué? — alcanzó a reaccionar segundos después, todavía más confundida que antes.

—Sí, es algo difícil de explicar, pero eso sucedió...

—De acuerdo, no te haré explicarlo, porque... aún tienes que hacer reaccionar a Palutena.

—Más bien, «debemos».

—¿Disculpa?

—Tú... me ayudarás a mí... a salvar a Palutena. — la señaló y luego a sí mismo, finalizando su oración con una sonrisa infantil.

—No dejarás de insistir, así que... sí, hagámoslo. — le restó importancia.

Pit celebró, mientras que la ángel miraba la ventana. No lo iba a negar, estaba pensando en el peli-negro. Ahora que Pit había vuelto, ¿Dark Pit también lo haría?