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Cuando abrió los ojos, ya estaban de vuelta en el templo. Sorprendentemente, Dark Pit también estaba ahí.

—Tienen que darse prisa, tienen 15 minutos para volver aquí descansados y armados, no tarden demasiado.

—¿Apenas volvemos y ya nos estás dando órdenes? — preguntó a modo de broma.

—Voy a ignorar tu comentario y volveré a pedirles que... no, ordenarles que me obedezcan.

Rodó los ojos antes de asentir. Volvió a su habitación para equiparse, dejando la puerta abierta. Empezó a esculcar entre sus objetos para buscar sus armas, a la par que buscaba vendajes para sus heridas. Escuchó la puerta cerrarse, alertándola. Volteó de inmediato, relajándose al ver quién era el que había entrado.

Dark Pit, quien estaba cruzado de brazos, había aparecido en su habitación.

—Hola, Dark Pit. — imitó su acción y se cruzó de brazos.

—Hola. — la miró de arriba a abajo. De seguro pensaba en lo extraño que escuchar su voz después de tantos años. — Te ves... diferente.

—Tú también te ves diferente. — suspiró. — Más... viejo.

—Gracias, supongo.

No sabía cómo sentirse. Feliz por verlo, enojada con él por desaparecer así como así o confundida por su aparición tan repentina e inesperada.

—¿A dónde fuiste?

No pudo evitar acercarse y abrazarlo, cosa que sabía que probablemente lo iba a molestar. No esperó sentir sus brazos también rodearla, presionándola contra su pecho. Dark Pit tenía un leve sonrojo en su rostro, cosa que si la ángel hubiera visto, hubiera empezado a molestarlo sin parar.

—Debido a mi conexión con Pit, básicamente no existía, estuve en la nada todos estos años.

Es lo único que dijo, e igualmente era todo lo que necesitaba oír.

—Entiendo. — se separó un poco para mirarlo. — No te preocupes.

Se sonrieron mutuamente, como la última vez hace tres años. Su sonrisa era muy bonita.

—¿Ya terminaste? — de pronto, Viridi entró sin tocar, notando la cercanía entre ambos ángeles que se suponía que no se conocían hasta ahora. Se quedó pasmada al igual que ellos, parada en la puerta, hasta que habló. — Apúrense. — titubeó con nerviosismo.

Y sin más se retiró, demasiado confundida como molesta.

—No puede ser.

Se cubrió la boca, nerviosa.

—¿Te importa lo que tu diosa piense de ti? — preguntó burlón.

—Claro que no. — mintió. Le importaba mucho, tal vez más de lo que debería. — Dejemos esto para después, aún tenemos que salvar a Palutena.

Al intentar irse, sintió la mano de Dark Pit cerrarse en su muñeca, deteniéndola. Cuando lo miró para preguntarle qué sucedía, sintió sus labios presionarse contra su mejilla, y así por unos pocos segundos más. Se separó lentamente, mirando con burla su impresionada expresión.

Fue hacia la puerta rápidamente y al salir, la cerró, escuchando sus pasos apresurados alejarse.

¿Qué acababa de pasar?

—Vi a Pittoo salir de aquí corriendo, ¿qué pasó...? — empezó a hablar Pit mientras entraba, pero se detuvo al verla con cara de boba. — ¿Estás bien?

✓ NIGHTS, dark pit. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora