Giramos en un callejón oscuro, solitario y reluciente, donde la vida se pasaba lento, los segundos nos pedían un tercer intento, nuestros cuerpos lloraban de lamento y las heridas del alma las podía compartir contigo sin importar que alguno saliera herido.
Giramos en un callejón oscuro, solitario y reluciente, hechando nuestros días a la suerte, viviendo el amor como dos adolescentes que apenas han logrado conocerse externamente, pero que aquello no es un impedimento para su amor latente.
Giramos en un callejón oscuro, solitario y reluciente, jurandonos amor eternamente, ¿Qué será de todo aquello cuando ya no estés presente? cuando los recuerdos se hayan quedado bajo el puente de las viejas calles italianas y la gente murmure por el pobre hombre que en sigilo esperó tu presencia hasta perderse a sí mismo.
