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Habían pasado al menos dos meses desde que ocurrió todo aquello. El mundo parecía continuar su rumbo como si nada, aunque a la vez todo se sentía más tranquilo. Los habitantes del pueblo vivían ya con los seres mágicos con normalidad. Poco a poco fueron más quienes se atrevieron a decir que pertenecían a mundo de la magia, ya sea en el pueblo o fuera de él. Era un cambio lento, pero estaba bien, estaba sucediendo, eso era lo que importaba. Aunque lo único que aún permanecía en mente de todos era el hecho de que James aún no despertaba, llevaba dos meses en coma. Thomas casi todos los días usaba su magia para intentar ayudar a James a mejorar más rápido, ya que había quedado demasiado débil luego de aquella batalla, pero no era algo muy fácil de lograr, todo dependía de James. Los demás iban a verlo casi todos los días, al menos durante un rato. En cambio, Gilbert estaba todos los días, sin falta, presente en la habitación donde James descansaba. Desde el amanecer hasta el anochecer. No se movía de su lugar, esperando que aquel hombre despertara de su profundo sueño. A veces le hablaba, otras veces sólo se dedicaba a mirarlo... Y unas pocas veces sólo lloraba por lamentarse permitir que algo así le ocurriera a quien más ama en el mundo.
A pesar de que James no parecía querer despertar pronto, los demás intentaron continuar con sus vidas, ya que querían que cuando James despierte se encuentre con que todo había regresado a la normalidad y todo estaba bien, gracias a él. Por eso mismo, este día, se encontraban todos en las Nacionales, las cuales por suerte, gracias a ciertos arreglos que hizo la familia Harris, se llevarían a cabo en su pueblo, el cual ahora parecía pequeño por todas las personas extranjeras que venían a participar en las Nacionales. Así es, Nagisa, Ryuu, Jack y sus compañeros finalmente se presentarían, y todos querían estar allí para verlos. El único que dijo que no estaría presente era Thomas, quien se quedaría a cuidar de James. Thomas tuvo que insistirle a Gilbert con que ese día no era necesario que vaya a ver a James. Eso rompió con la rutina de Gilbert, ya que estaba acostumbrado a estar todo el día esperando el despertar de su amado junto a la cama de éste, pero ahora no sabía qué hacer, el no hacer nada hacía que las horas pasaran más lento. Toda una tortura.
Ya era de tarde, llegó la hora de las Nacionales. Todos estaban presentes, incluso Gilbert, aunque con cierta inquietud. De igual manera, estaba disfrutando de todo esto, ya que la vez anterior no pudo ver correctamente a su hijo presentarse. Al menos tres escuelas más hicieron su presentación, hasta que llegó el turno de quienes estaban esperando. Justo en ese momento llegó Thomas y tomó asiento junto a Gilbert.
