Se supone que cuando te casas con alguien lo haces teniendo la absoluta certeza, en tu corazón, de que esa persona y tu pasaréis el resto de vuestra vida juntos. O por lo menos eso es lo que esperas cuando decides dar un paso tan grande, Bien.
¿Y s...
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PoV. Denki
¿Nunca les ha pasado que sienten que alguien es el amor de su vida? Porque a mi me ha pasado más veces de las que me gustaría. Voy a ser franco, soy un enamorizo sin remedio. Literal antes me enamoraba de todo lo que se movía, y hablo en pasado porque ahora estoy total y completamente centrado en mi maravilloso, perfecto, cariñoso, bondadoso, respetuoso, gracioso y bellísimo novio, además es súper masculino, o eso le gusta que le diga, y yo por supuesto por verlo feliz hago lo que sea.
Pero ese el problema, bueno en realidad hay varios problemas, pero empecemos poco a poco.
Hace tiempo, cuando aún no había conocido a Eijiro, siempre andaba de relación en relación, y credme cuando os digo que no es tan bonito como parece. No pasaba más de dos semanas sin un novio nuevo, y eso era realmente horrible, creo que fue a los dieciocho años cuando me di cuenta de que tenía un problema, y es que no puedo estar sin novio por mucho tiempo porque soy dependiente de ellos, y no me refiero a económicamente o socialmente, no. Me refiero a que soy alguien al que le cuesta mucho controlar sus emociones, estado y situaciones, así que cuando tuve mi primer novio a los catorce años aprendí a dejarme llevar por él.
Podría decir que mi mundo entero giraba a su alrededor, yo solamente vivía en base a lo que él pensaba, sentía, decía o hacía. Aprendí que lo que mi novio pensaba era lo mismo que yo pensaba, que todo lo que decía como prohibiciones, restricciones y ordenes se volvía la ley para mí. También llegué al punto de dejar que sus emociones influyeran en las mías, eso quiere decir que si él se enfadaba conmigo yo sentía que se me caía el mundo encima, y que si él estaba mal yo también, que si a él no le gustaba alguien de mi círculo, entonces a mi tampoco. Y la cereza del pastel era que si yo hacía, decía u opinaba algo que no fuera de su agrado, entonces yo recibía castigos, como golpes e insultos. Los golpes no eran tan recurrentes porque él no quería que nadie se diera cuenta de ellos, mientras que los insultos sí fueron cosa del día a día. Y lo peor de todo es que yo dejé que me hiciera todo aquello, y nunca dije nada.
Duramos un año y medio aproximadamente y luego me dejó. Aquel día lloré todo lo que tenía guardado, y no supe si lloraba porque me sentía triste, enfadado o decepcionado de mi mismo.
No tardé más de un mes en volver a tener un novio nuevo. Aquel no hacía las cosas que hizo el primero, pero aún así yo seguía anteponiéndolo ante todo porque no quería perderlo, no quería estar solo, no sabía cómo sentirme sin alguien que me dijera qué sentir o hacer. Sé que debí haber pedido ayuda, pero algo en mi gritaba que eso era una mala idea. Al final mi segundo novio me dejó a los cuatro meses porque no le gustaba mi actitud tan sumisa y aburrida. En ese entonces no me sentí tan mal como la primera vez que me dejaron.