Expresar el alma en otro idioma

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Madame Midori había sido entrenada para geisha antes de la primera guerra, pero no había prosperado como tal; las prácticas que debió realizar para sostenerse en el período entre guerras le generaron una reputación que acabó con su carrera artística. Sentía la responsabilidad de enseñar a Alina a ser una buena consorte, poco le importaba que ella creyera que el general no le haría su amante.

-Si de verdad no quisiera hacerlo, deberías buscarlo. Tener un amante, más a alguien tan recto como el general Satoru, es una gran ventaja. Yo tuve que prostituirme para seguir viviendo, me hubiera gustado no hacerlo, pero no tuve opción. Gracias a eso conseguí que un hombre me dejara esta casa en herencia. A veces no sucede lo que queremos. Pero siempre se puede estar peor.

Tal vez por una llama encendida de lo que no había podido ser, madame Midori le contaba los secretos de seducción, las miradas y los rituales, las posturas y las tradiciones. Alina la llamaba "madame" porque esa era la palabra con la que su abuela describía a las mujeres con ese pasado, evocando siempre a Madame Bovary. Si Alina continuó yendo a esa casa, a pesar de que le aterraban las cosas que oía, era porque terminó creyendo que el general Satoru sí abusaría de ella al regresar y planeaba la forma de evitarlo, de resistirse, de retrasarlo, para lo cual no tenía ningún arma más que el recuerdo de los cuentos de Scheherezade que su abuela les había contado. Solamente creía que podía hacerlo de alguna manera y que conocer las costumbres sería un paso importante. También pensaba que, si decidía retenerla a su lado, debía idear una forma de convencerlo de que le dé el dinero para que huyera a Rusia. Al principio, esperó que madame Midori le pagara, aunque supo rápidamente que eso no sucedería. Por otro lado, la sombría realidad que le auguraba era, por algún motivo que no entendía, más sencilla de soportar que la alegre esperanza que le daba la señora Haru, tal vez porque no estaba dispuesta a tolerar que otros vieran con optimismo su vida de dolor.

Madame Midori se dedicaba a coser y vender telas bordadas. Había llegado de ciudades más populosas y encontró en Hangyu un refugio ante la desesperación. Conocía de cremas para el cabello, para la piel, el rostro y las manos. Cada quince días le obsequiaba una a Alina y ella las usaba. Curiosamente, no compartía ninguna de la experiencia de madame Midori pero se distendía con las cosas que le regalaba, cuando las usaba se sentía relajaba y reconfortada. Era una pena que no pudiera coincidir ideológicamente con ella ya que de otro modo se hubiera animado a hablarle y no solo a escucharla.

Una vez que empezó a sembrar acabó de confirmar lo que ya sentía desde que había empezado a limpiar: los kimonos no eran cómodos. No podía agacharse con dificultad, debía ser muy delicada, lo cual no le hubiera molestado, de no ser por el hecho de que la rigidez en el cuerpo le causaba cierto dolor, lo mismo que al usar esos zapatos. De manera que, una tarde en la que intentó incorporarse del cantero y terminó en el piso, sujetó la tela de la falda con ambas manos y la rasgó hasta la parte superior de la pierna. Hacerlo no fue difícil, la tela era en exceso vieja. A partir de entonces, usaba ese kimono cuando estaba sola y el otro cuando salía; del mismo modo, se calzaba los zapatos de la señora Haru afuera y quedaba con los propios en el jardín de la casa del general, ya que el resto del tiempo andaba descalza. Notaba rápidamente que esos zapatos traídos del suelo ruso no durarían mucho más tiempo.

Madame Midori le regalaba aloe vera, que usaba en el rostro y Alina iba a plantarlo, también le mostraba mascarillas de arcilla y se divertía cubriendo el rostro de la niña, sacaba el agua de arroz y producía aceite de almendras para el cabello, lo cual ella reproducía cuando se bañaba.

-Solo lamento haber tenido que deshacerme de mis maquillajes.- le decía- Fui perdiendo todo, pero gané esta casa. Recuerda que puedes conseguir lo que quieras, eres una mujer exótica.

El hielo de la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora