Capítulo ocho.

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Killer Queen - Queen
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Era una pena que no pudiera gritar de la emoción con Melissa por ahí rondando.

Número desconocido: "Mi banda y yo tendremos un concierto en la noche, me preguntaba si quieres venir a vernos"

Número desconocido: "Bueno... A verme"

Antes de contestar, me apresuré para añadirla a mis contactos y revisar rápidamente su foto de perfil. Era una selfie sencilla de ella con sus audífonos y la misma sudadera que estaba ahora mismo en mi closet. Era tan sencilla y aun así era increíble que se viera tan bonita, aún si no estaba sonriendo.

"Me encantaría de verdad, pero dudo mucho que me dejen ir ☹️"

Robin 🎶: "Puedo hablar con tus padres, y André puede recogerte temprano si quieres"

—¡No! — no pude evitar exaltarme en voz alta. Por suerte no había nadie cerca para poder oírme.

Hablar con mis padres era literalmente la peor idea que había oído nunca. Y menos con mi padre por la casa estos últimos días.

"Eso no va a funcionar..."

Robin 🎶: "Si André está ocupado, puedo llevarte yo misma a una hora decente. Tienes mi palabra"

Eso me dio una idea que jamás había atravesado mi mente, aunque no pensaba subirme a la moto de Robin. Ni en un millón de años, no.

"Tienes auto? Me dan pánico las motos"

Robin 🎶: "Justo le voy a pedir a mi mamá el suyo porque tengo que recoger a los demás, ¿por qué?"

"Creo que tengo una mejor idea... 😉"

Robin 🎶: "Ok, tengo curiosidad por qué idea malévola está cruzando esa mente inocente tuya"

Eso hizo que me sonrojara, y ella ni si quiera estaba frente a mí.

"¡No soy inocente! Además, no es malévola. Solo es... Una opción menos convencional."

Robin 🎶: "Tienes mi atención"

Robin 🎶: "Cuál es tu plan, Michelle?"

En cuestión de minutos, ya estaba tratando de darle volumen a mi cabello, a la espera del mensaje de Robin de que estaba afuera. Por más que pasaba la plancha, no tomaba forma más allá del aburrido lacio.

No sé cómo se me ocurrió ese plan, como siquiera me había atrevido a ponerlo en marcha, pero sé que estaba entrando en pánico. Aunque ya era muy tarde para arrepentirme.

Era la primera vez que escapaba de mi casa para ir a una fiesta, o un concierto en este caso. Tenía miedo de que nos descubrieran y pensaran que Robin era una mala influencia para mí. En todo caso, la idea había sido mía. Y eso me hacía sentir peor. Tal vez debía...

En ese momento, la puerta de mi habitación se abrió, dejando ver a Matthew, que parecía desinteresado mirando alrededor, buscando algo.

—Mich, ¿sabes dónde dejé mi...? —cuando alzó la mirada hacia mí, mi cara de sorpresa y mi aspecto eran muy evidentes.

Ya estaba vestida con un vestido negro de manga larga y hombros descubiertos, así como unos zapatos planos, porque no pensaba ponerme tacones hoy, que mi tobillo seguía sanando por la broma de Adam, herida que no habia dejado descansar desde entonces, pero comenzaba a doler más.

Amores fugaces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora