Capítulo quince.

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Crazy Little Thing Called Love - Queen

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—Oh... Adam. —fue lo único que salió de mis labios, además de una sonrisa forzada.

— Hola —Me saludó la chica a su lado, tendiendome la mano, mientras yo intentaba recordar su nombre—. Te recuerdo... Michelle, ¿Verdad?

¿Cómo se atrevía? Pues claro que me recordaba, nos conocimos cuando Adam y yo estábamos juntos. Probablemente al mismo tiempo que me estaba engañando.

—Si... Eh... Chandler, ¿verdad?—acepté su mano y le devolví la sonrisa falsa. Ella torció el gesto cuando erré su nombre.

Claro que recordaba que era Amber.

Robin a mi lado, se veía tensa, y también Adam al verla, pero no entendí bien el porqué.

—Bueno... ¿Y qué haces aquí? —Adam hizo un intento de disipar la tensión que había en el ambiente, ahora mirándome a mi. No entendía porque se había parado para saludarme si sabía que iba a ser así de incómodo.

—Dando una vuelta—dije yo, sin querer dar mucho detalle—. Bueno, fue un... Placer verlos—le dediqué una sonrisa parecida a la que les daba a los amigos de Verónica, o los pocos clientes a los que atendía cuando visitaba a Liam en el trabajo—, pero tenemos cosas que hacer.

Me dispuse a adentrarme aún más en la tienda, con mis amigos detrás de mí, sin siquiera esperar a que contestaran.

—Así que ese es Adam... —Robin se colocó a mi lado y me lo dijo al oído, para que ellos no pudieran oírnos— Honestamente, se ve justo como imaginaba.

— ¿Cómo lo imaginabas?—alcé una ceja, curiosa.

—Como un absoluto idiota que no sabe valorar a las personas maravillosas que hay en su vida. —yo sonreí y me acerqué a los vestidos que estaban al fondo.

—No creo que sea maravillosa, pero realmente dudo merecer ese trato. No creo que nadie lo merezca, de hecho. —revisé la ropa que había en el colgador, encontrándome con vestidos realmente lindos, pero muy llamativos para mi gusto.

—No te das el crédito que deberías. —para mi sorpresa, frunció el ceño, como molesta.

—Gracias por decir eso, Robin—le sonreí, un poco apenada por sus palabras, pero feliz—. Es muy dulce de tu parte.

—Ay, por Zeus—blanqueó los ojos—, no digas eso como si te lo estuviera diciendo por pena o compromiso. Me enferma—me dio un leve empujón en el hombro y yo reí—. Hablo en serio, eres maravillosa, Queen, y me alegra que cortaras con ese imbécil.

—Sí, supongo que ahora puedo centrarme en mis estudios—una idea me vino a la cabeza y sonreí maliciosamente—. O salir con alguien mejor.

—Oh, ¿tienes algún pretendiente? —ella alzó una ceja con una sonrisa divertida.

—Muchos, la verdad—asentí con la cabeza—, pero ninguno me convence.

— ¿Ninguno? —inclinó la cabeza hacia un lado, luciendo incluso mejor de lo que ya se veía— ¿no hay ninguna persona que te interese?

—Bueno ahora que lo mencionas, si hay cierta chica que conocí en un puente. Es un poco burlesca, sarcástica y obsesiva con la música, pero me agrada.

—Estoy segura de que tú también le agradas a ella.

— ¿Ah, sí? —esta vez, fue mi turno de alzar una ceja con una sonrisa en mi rostro.

Amores fugaces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora