Amores fugaces.

Capítulo diecisiete.

i know it won't work - Gracie Abrams

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Iba a morir. Me iba a morir literalmente ese día, un maldito veintiocho de enero, y en los libros de historia pasaría como la primera persona en tener un ataque de estrés y morir súbitamente.

—Connor, maldita sea, deja de coquetear con Lauren y termina de inflar esos estúpidos globos. —le espeté, furiosa al rubio y él me fulminó con la mirada mientras que Lauren reía, tapando su boca tímidamente.

—Siempre tan oportuna, Lewis. —me dijo él con sarcasmo y molestia.

—Ayudarte con tu patético intento de ligue no me dará una beca universitaria. —el apretó los labios y fue a hacer lo que le dije.

Estábamos a apenas media hora para que el baile de bienvenida comenzara, y yo no podía estar más nerviosa. Y estresada. Y enojada, por alguna extraña razón.

Por lo general, en el baile de bienvenida no se acostumbraba hacer grandes invitaciones para que alguien te acompañara, puesto que algunos de primer año no podían conocerse en tan solo unas semanas, pero aun así algunos iban juntos. Yo siempre iba con Adam. Normalmente me recogía en mi casa y llegábamos unas horas antes porque yo ayudaba con la organización, pero él siempre se quedaba viendo su teléfono en lugar de ayudar. Siempre me molestó, pero nunca le dije nada, para ser honesta.

El punto es que ahora no tenía nadie con quien ir. Y no es que fuera malo o algo así, pero la verdad es que era... Extraño de cierta manera. Cómo si me faltara algo... Pero tampoco quería que él estuviera aquí. Bajo ninguna circunstancia.

Estaba muy estresada. Muy estresada pero con un vestido hermoso que me estaba asfixiando y unos tacones súper incómodos.

— ¡Nico, a esa mesa le falta un centro! —le señalé la mesa y enseguida Nico tomó uno de los adornos y lo dejó en la mesa— Ugh, todo esto para que se los lleven como si ellos los hubieran pagado.

—Bueno, técnicamente tú tampoco los pagaste.

— ¡Pero yo los pedí!

Nico rio, negando con la cabeza y volvió a lo que estaba haciendo en la mesa de postres.

Estaba a punto de volver a gritarle a Connor, quien estaba mandándole un beso a Lauren en vez de hacer su trabajo, cuando unas manos cálidas se posaron sobre mis ojos.

— ¿Liam? —Pregunté — No tengo tiempo para esto.

—Intenta de nuevo. —dijo la voz de Robin. Cuando me voltee, ahí estaba ella.

Y si que ahí estaba.

Jamás había visto a Robin con vestido, pero lo cierto es que se veía preciosa. Era uno de estampados extraños color rojo granate, muy de los 60's, también llevaba una diadema abombada del mismo color, unos aros vistosos y el maquillaje que le había visto antes.

—Te ves... —me aclaré la garganta y miré a cualquier otro lugar que no fuera ella en un intento de disimular mi sonrojo— Muy bonita.

—Lo sé —ella sonrió mostrando todos sus dientes, como si fuera una niña pequeña, lo cual me hizo reír —. Tú te ves hermosa. —Eso sólo aumentó el calor en mis mejillas.

—Oh, emm... Gracias. —sonó más a una pregunta en lugar de una afirmación. Robin río.

—Bueno, ¿en qué ayudo? —dijo, tronando sus dedos y su cuello, como si se preparara para hacer ejercicio.