Amores fugaces.

Capítulo veintisiete.

Olivia - One Direction
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Cuando me levanté, lo primero que noté fue algo sobre mi cara que no me dejaba ver nada, pero era cómodo, así que no me moví.

Tenía mi brazo abrazado a algo que se sentía similar, y una mano me acariciaba la zona de la nuca y el cabello lentamente. Me removí en mi lugar, soltando un suspiro complacido y pegándome más a lo que sea que estaba sobre mi rostro. El calor que emanaba, lo blandito que se sentía y las caricias en mi piel... Era tan agradable...

— ¿Estás cómoda? —la grave y adormilada voz de Robin me sacó de mi ensoñación. Entonces, todo conectó.

Mi cara estaba entre los pechos prácticamente descubiertos de Robin y mi mano bajo su blusa de tirantes, tocando directamente su piel. Ella por su parte, tenía una mano en mi nuca y la otra en mi espalda, acariciando ambas zonas. Cuando notó que me tensé, rió de forma algo ronca que solo hizo que mi sonrojo se intensificara. Y también porque su pecho vibró contra mi rostro.

Me levanté rápidamente, sintiendo que no solo las mejillas, sino todo mi cuerpo se ponía de un rojo intenso.

—Y-yo... Lo siento...

No estaba muy segura del porqué, pero incluso después de lo que habíamos hecho anoche, aún me ponía muy nerviosa estar en una situación así con ella. Robin, por supuesto, se carcajeó ante mí vergüenza.

Estaba a punto de reclamarle por burlarse de mí cuando miré la hora en el reloj de la cómoda. Las seis de la mañana, y lo peor es que tenía clases hoy.

—Ah, maldita sea, tengo que ir a mi casa... —me quité las sábanas de encima y me senté sobre el colchón de la cama. Me dispuse a buscar la ropa que había usado el día anterior, la cual probablemente estaba en el suelo porque anoche estaba muy cansada cuando me puse la camiseta que ella me prestó para dormir. Cuando intenté levantarme sentí como los brazos de Robin me rodeaban desde atrás.

—No te vayas... —comenzó a besar mi hombro, lo cual sabía perfectamente que me causaría un escalofrío y un nudo en la zona baja de mi estómago, ante el recuerdo de anoche que me dió esa simple caricia.

Adormilada pero no apendejada...

—Tengo que irme o llegaremos tarde a la escuela... —traté de contener mis ganas de volver a tirarme en la cama con ella, esperando a que con eso dicho, parara de provocarme.

Por supuesto, mi súplica silenciosa le dió igual. Comenzó a subir sus labios por mi cuello y terminar en mi mandíbula, rozando mi piel con cada movimiento y besándola con una lentitud casi tortuosa. Enredó su mano en mi cuello, y comenzó a hacer ligeras caricias en mis brazos.

—Es temprano—susurró en mi oído y apartó mi cabello para besar también la zona detrás de este—. Quédate...

Su voz sonaba muy adormilada, y casi me parecía gracioso que aun así estuviera de humor para alterar mis nervios.

—Vuelve a dormir—me aparté un poco y me giré hacia ella para mirarla directamente. El nudo en mi vientre bajo agradeció la distancia de sus pechos con mi espalda. Ella hizo un mojito—, solo iré a ponerme ropa fresca. Te veré en la escuela.

—Ugh, no... —me abrazó ahora de frente, aferrándose a mi cintura y apoyando su mentón en mi hombro—, solo usa una de mis camisetas y ya...

— ¿Estás loca? —reí ligeramente, colocando mis manos en sus hombros para alejarla, sin resultados. Sentí como ella metía su mano bajo mi camiseta y enredaba los dedos de su mano libre en mi cabello— La primera vez tal vez tuvimos suerte, pero ahora que saben que nos conocemos, se darán cuenta de que es tuya. ¿Y si me ve mi madre? ¿Qué van a pensar las personas?