Ayla se encontraba en su dormitorio mientras Lucía terminada de acabar un proyecto que ambas debían de entregar al día siguiente que era jueves, mientras escuchaban música disco en la pequeña radio que le había traído Elizabeth a la pelirroja. Ella sabía que algo había pasado entre las dos, ya que tan pronto menciono que la rubia vendría para terminar el proyecto, prefirió irse.
—Debes de ir a comprar más harina—. Le dijo Ayla a Lucía quién solo asintió mientras se iba a lavar las manos para tomar un poco de dinero de su bolsillo.
Lucía salió de los dormitorios de la universidad, para poder dirigirse a un pequeño mercado que estaba de la escuela, tendría que caminar al menos unos diez caminos, pero era lo que había, mientras caminaba pudo ver a la distancia a Eva, quién se encontraba con un gran grupo de personas mientras se reía.
Un puñado de melancolía se implanto en Lucía mientras la veía, pensó que quizás así podría ella estar en su grupo, quizás aquellos eran compañeros de su grupo, pero sabía que no debía de sentirse tan mal, pero fue Eva quien sintió la mirada de alguien y al voltear alcanzo a ver a Lucía quien se encontraba caminando sola, por lo que decidió ir a alcanzarla.
Llegó a caminar más rápido para poder a alcanzar a verla, pero se sorprendió con la facilidad que ella podía sentirse vulnerable con sus palabras, pero antes de llegar con ella, vio una pequeña flor que estaba bellamente florecida, por lo que la arrancó y fue con aquel detalle para dárselo a Lucía, sabiendo que tanto le gustaban las flores.
Al llegar, vio a donde se dirigía, por lo que decidió acompañarla hasta la tienda, no le importaba incluso si pasaba unos cuantos minutos con ella, era suficiente para al menos verla.
—Buenas—. Lucía se volteó y le sonrió como solía hacerle antes, haciendo que el corazón de Eva se estrujase un poco.
—No te había visto, ¿cómo estás? —. Le preguntó ella mientras levantaba sus cejas como solía hacerlo cosa que hizo sonreír a Eva
—Estoy bien, mira te traje esto—. Eva le extendió aquella flor y la chica se la recibió, así que decidió acompañarla—. Vamos te acompaño a dónde vas.
Caminaron por varios minutos en silencio mientras se escuchaba la música al fondo, Lucía vio aquella flor con atención, se percató que igual recordaba lo mucho que le gustaban las flores, pero sintió un poco de añoranza al recordar las veces que ella solía regalarle flores, pero siempre antes de llegar a casa, solía tirarlas unas casas antes de llegar, para que nadie pudiese sospechar de la relación que tenían, jamás guardó ni una sola flor que ella le entregó.
Pero se dio cuenta que ya no había ninguna razón de hacer aquella acción, Tom quizás le preguntaría, pero no pasaría de eso, pero también quería saber si realmente ella sería capaz de hacerle llegar algunas de las cartas que ella estaba escribiéndole a su hermano para explicarle todo lo que había vivido en ese corto periodo tiempo tan lejos del pueblo en donde alguna vez fue su casa.
Pero también sabía que aquella mujer pensaría que solo la estaba usando para obtener algo y ella se enojaría más con Lucía, pero en ese momento no tenía más opciones, ella era la única que conocía a su hermano y que podría darle las cosas confiando que pudiese hacerle aquel favor, porque ella no se sentía lista de regresar a aquella casa de donde le habían echado.
El caminar de aquella forma hizo que Eva se sintiese un poco melancólica, recordaba como caminaban hasta la casa de la otra para poder pasar más tiempo juntas, era algo tan secreto que solo ellas dos comprendían la tristeza que ambas sentían al despedirse, ya que si incluso se viesen al siguiente día, ya que querían seguir juntas durante todo el tiempo, ya que nunca sentían que el tiempo que pasaban juntas era el suficiente.
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Afuera
Teen FictionLucía tenía un secreto que le llenaba el alma, mantenía una bella relación amorosa hasta el momento en que fue descubierta por sus padres, obligándole a abandonar su pequeño pueblo. Pronto se encontró inmersa en la gran manzana, la imponente ciudad...