Capítulo 21

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Thomas se encontraba caminando por el edificio de la gastronomía para poder encontrarse con Lucía, ya que no llegaría ese día a casa , se quedaría en una supuesta pijamas del club de ajedrez donde el solía ir algunas veces a las reuniones. Le sorprendió verla platicando animadamente con una pelirroja, la cual le picó el brazo de la chica para que voltear a ver a aquel chico con piel cobriza que se le quedaba viendo. Le alegraba que ya hubiese hecho amigos en la universidad.

Llegó a saludar a Lucía y le presentó a Ayla, quién le brindó una gran y agradable sonrisa, él le informó que no llegaría a casa , así que ella entendió un poco, por lo que decidió buscar sus llaves de inmediato para evitar quedarse fuera de casa en caso de que no las tuviera, pero después de hurgar en su mochila se percató que si las tenía, así que ya estaba un poco más tranquila.

Las clases ya estaban por acabar, así que Lucía se despidió de Thomas, sin embargo acompañó a Ayla a los dormitorios, en donde se llevaría otra fiesta, ella había pedido permiso con el señor Lucali e iría a cubrir el sábado en el turno de la mañana otra que le dieran su paga completa, el señor Lucali era comprensivo y accedió a aquel acuerdo, ya que al final terminaba reponiendo las horas con normalidad de esa semana.

Ayla invito a Lucía a quedarse unas cuantas horas hasta que diese la noche, para no irse y regresar al cabo de las horas, al igual que le prestó unas cuantas prendas para que fuera a la fiesta, ambas se habían hecho muy buenas amigas , debido a sus gustos por la música disco que era un gusto compartido, Lucía al entrar a la habitación se dio cuenta que era un pequeño cubículo, pero que tenía muchas decoraciones y fotos de la familia de Ayla, sorpresivamente sus padres ambos eran pelirrojos al igual que ella.

El poder entrar a su habitación le había dado una buena oportunidad de conocerla incluso más, ambas completaron las tareas que les habían encargado con las cosas que traían, tenían varios resúmenes y bitácoras que llenar, pero harían lo mismo que se pudiese en esas horas. Ayla se sorprendió al escuchar a Lucía hablar, incluso si ambas eran de la misma edad, se había percatado que ella no era tan fanática como la pelirroja de hablar sobre sus familiares, solo mencionaba la mayoría de las veces a su pequeño hermano, a sus padres los omitía completamente, y ella tenía una leve idea que quizás aquellos dos le habían abandonado, ya que ella tenía a dos cuidadores más, que en un ocasión ella se los había enseñado en una fotografía que ella cargaba a todos lados, como si fuese una amuleto.

Sabía que tenía a sus cuidadores, y que vivía con aquel chico de la piel cobriza, pero no sabía nada más, era como si la vida de la pelinegra comenzara desde pocas estaciones atrás, pero sabía que no era quién para preguntar, y si ella quería decirle, Ayla escucharía con atención, pero aquel asunto no estaba en sus cosas importantes, solo lo escucharía si Lucía quería contarle, pero si ella no lo hacía, ella tampoco preguntaría.

Las horas se les pasaron a las dos muy rápido; se sorprendieron que al poner un poco de música y ocupar todo su tiempo, comenzaron a escuchar bullicio alrededor, indicándole que era posible que la fiesta ya hubiese comenzado, las fiestas nunca faltaban, cada quince días y durante los fines de semana se solían celebrar, sin embargo era la primera vez que ambas iban juntas a una, ya que a Ayla no le gustaban tanto ese tipo de ambientes si no era muy cercana con los demás, además que Lucía siempre trabajaba durante las tardes de los viernes en la tarde.

Al entrar a la fiesta se percató que Elizabeth se encontraba por allí con un pantalón negro ceñido, así así se acercaron las dos a hablar con ella, ya que mientras más personas conociese se sentía más cómodo, Ayla se sorprendió de entablar una buena relación con aquella rubia teñida que sabía que era cercana a Lucía, le agradó desde el inicio, parecía ser una persona muy seria, pero al escucharla hablar, esa fachada de seriedad se rompía en pedazos.

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