Era un sábado algo friolento que golpeaba la ciudad, Elizabeth escuchó como tocaron la puerta de su hogar por lo que fue abrir la puerta con la esperanza de que estuviese Lucía al otro lado, sin embargo era otra chica, una mujer que vagamente recordaba.
Brevemente recordaba su nombre parecía ser Cristina o Tina , su memoria le estaba jugando una mala pasada, pero sabía que le había conocido el día anterior en una salida que fue a un bar cercano de su casa aprovechando que había promoción en bebidas y también porque tenía que darse cuenta de qué tipo eran los sentimientos que estaba sintiendo por Lucía.
Para ella, aquellas emociones eran nuevas, usualmente las relaciones que tenía con diversas chicas eran porque llegaban a ella, quién era una mujer lesbiana, y siempre llegaban con el propósito de tener un polvo e irse, pero con Lucía las cosas eran distintas y ella podía darse perfectamente cuenta, pero necesitaba afirmarlo , no sabía de otra forma más que tratar de hacer lo mismo que siempre había hecho.
Elizabeth le invitó un poco de café a aquella mujer quién ni corta ni perezosa comenzó a besarla, pero Elizabeth decidió tomar el control de la situación por lo que la subió a la mesa de la barra de su cocina y comenzó a besar todo su cuello y comenzar a besarle a ella.
El problema era que sentía como su cuerpo estaba por un lado yendo instintos más carnales y su mente estaba depositado en otro lado pensando en cuáles eran las diferencias que existían entre aquella mujer que no conocía su nombre pero estaba en su casa y con Lucía, cosa que desde el inicio ya estaba siendo una completa diferencia de aquellos antiguos y ocasionales encuentros que solía tener en su propia casa.
La rubia besaba a aquella mujer que había conocido el bar la noche anterior, pensaba que no era Lucía, sus besos no habían sido lo mismo y no era lo mismo, cuando sintió que aquella mujer quiso marcar su piel, ella se alejó instintivamente y retrocedió mientras la miraba , la mujer se miraba ofendida por la forma de actuar de la rubia.
—Lo siento—. Dijo ella mientras se iba a la puerta y la abría con decisión—. Tienes que irte.
—Que aguafiestas de verdad—. La mujer tal como había llegado, tal se había ido.
Aquella mujer azotó la puerta con enojó y dejó a Elizabeth con muchas preguntas mientras miraba al cielo tratando de comprender que era lo que había pasado minutos atrás, y se había dado cuenta que quizás existía una atracción mayor a Lucía y que no era meramente del tipo sexual, cosa que la hizo comprender muchas de las actitudes inconscientes que ella había logrado tener con ella a lo largo de haberla conocido.
En ese momento muchas de las cosas que había hecho le hacían ahora sentido porque por fin había comprendido que quizás tenía sentimientos por ella, y sabía que la atracción entra las dos era evidentes, pero no quería apresurar las cosas, quería que todo se fuese dando, sin embargo esperaba que fuese un poco más atenta la chica con ella, quién no sabía cómo hacerle entender que lo que ella quería no era un simple revolcón
Ella esperó por un buen rato dentro de su casa mientras escuchaba música hasta que volvieron a tocar pero ahora quién le sorprendió fue Eva quién entro como si fuese su casa y se sentó en uno de los muebles que había en la pequeña sala de la casa de Elizabeth, cosa que a la rubia le sorprendió mucho, ya que no recordaba por ningún lado que ella le hubiese dicho en donde vivía.
—¿Qué te trae por acá? ¿Quieres algo de tomar?—. Le preguntó Elizabeth a Eva quién le miraba con una cara de pocos amigos.
—¿Quién era la chica que entró hace poco?—. Le preguntó despectivamente a Elizabeth—. ¿Un revolcón por los que te suelen buscar?
—Ella entró con esa intención, pero le dije que no y se terminó yendo—. Ella levantó los hombros fingiendo que no le importaba ya que sabía que si le tomaba mucha importancia, Eva lo usaría en su contra como siempre podría—. ¿Por qué estás espiándome?
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Afuera
Teen FictionLucía tenía un secreto que le llenaba el alma, mantenía una bella relación amorosa hasta el momento en que fue descubierta por sus padres, obligándole a abandonar su pequeño pueblo. Pronto se encontró inmersa en la gran manzana, la imponente ciudad...