Aurora llegó a aquel lugar en donde Eva le había dicho, aquel tercer piso de la biblioteca era solitario, por lo que decidió sentarse en aquella manta con almohada que estaba recargada con uno de los libreros que estaban adornando la tercera planta del edificio, se acostó en la delgada manta mientras esperaba que llegase aquella chica, decidió mover su cabeza que le siguió el cuerpo mientras escuchaba aquel jazz que estaba a un volumen leve en aquella planta del edificio.
Sus días habían variado drásticamente desde que su ahora expareja la había dejado después de una pelea verbal que ambos tuvieron, la relación eran más peleas que buenos momentos, por lo que supo que lo mejor era dejar las cosas por la paz, claro que también necesitaba desahogarse con alguien después de terminar una relación que había abarcado casi dos años de su vida, los cuales ahora le pertenecían al pasado y que jamás podría recuperarlos.
Sabía que Elizabeth era su fiel oyente, solo que aquella rubia ya estaba cansada de la misma canción que ella venía a presentarle; por lo que ya no la quiso agobiar y se sorprendió de soltarse a hablar con Eva a quién ya ubicaba de aquellas fiestas que solía tener la selección de béisbol y softball que tenía la liga de la universidad, quién escuchó pacientemente todo durante la fiesta.
E incluso le sorprendió que ella contó un poco de la problemática que le agobiaba aquel día, obviamente omitiendo algunos aspectos importantes como el que su primer amor había sido una chica, sin embargo a Aurora no se le pasó aquel detalle, a ella la había visto en la que fue su última fiesta de la comunidad en un viejo almacén de botes, en donde la había alcanzado a ver, por aquella melena que tenía junto a las cejas delineadas que Eva poseía.
—Si fuera tú, me levantaría de esa manta que solo dios sabe que ha tapado y tenido encima—. Dijo Eva tan pronto llegó y vio a Aurora sentada en esa sucia manta a la que podía garantizar que estaba más sucia que un retrete público—. ¿Cómo sigues?
—Algo triste, pero menos que antes—. Aurora fue muy sincera con ella, quién solo le dio unas palmadas en forma de apoyo—. Pero ¿cómo has encontrado este sitio?
—Alguien más me lo mostró, pero es bueno para esconderse durante las clases—. Le dijo Eva sin muchos detalles—. Es un buen sitio para pensar un rato.
—¿Ya has resuelto aquel problema que tuviste con tu anterior pareja? —. Le preguntó con curiosidad a Eva quién simplemente negó—. ¿Ha pasado algo?
—Simplemente las cosas no están en su lugar para que pueda hacer algo—. Le dijo Eva mientras la otra pensaba en como decir las cosas.
—¿Tu expareja es Lucía? —. Aquella pregunta resonó en los oídos de Eva quién retrocedió con temor, pero antes de que pudiese componerse supo que había sido demasiado obvia.
—No es lo que parece—. Lucía comenzó a guardar sus cosas.
Había sido una tonta pensando que quizás algo bueno podría salir de las dos, una buena amistad era lo que esperaba, ya que ella solía ser muy cerrada, pero aquella espontaneidad que había tenido Aurora le había agradado, e incluso le había dicho ciertas verdades de cómo se encontraba la relación que tanto Lucía y Eva tenían en ese momento, que no era la mejor. Tan pronto se quiso ir, fue el agarre de Aurora quién le detuvo.
—No te estoy juzgando Eva—. Aurora se sorprendió al ver como los ojos de Eva se llenaban de lágrimas, ya que sentía vergüenza en ese preciso momento—. Simplemente lo intuí, eres un poco obvia con tus miradas.
—¿Alguien más sabe? —. Aquellas palabras las tomaría como un futuro consejo a emplear, decidió secarse sus ojos, se sentía mal.
—No que yo sepa y tampoco he dicho nada—. Dijo Aurora mientras levantaba las manos cosa que hizo suspirar a Eva quién simplemente cerro su mochila, para tener las cosas levantabas si necesitaba irse de inmediato—. En realidad te vi en una de las fiestas hace casi dos años en los muelles, así que solo uní los cabos.
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Afuera
Подростковая литератураLucía tenía un secreto que le llenaba el alma, mantenía una bella relación amorosa hasta el momento en que fue descubierta por sus padres, obligándole a abandonar su pequeño pueblo. Pronto se encontró inmersa en la gran manzana, la imponente ciudad...