Capítulo 63

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¿Podré tener más hijos?...

-¿Qué?- preguntó sorprendida.

Mi corazón late tan fuerte que me da miedo que se salga de su lugar, una sensación de alegría se apodera de mí.

Vivir no es precisamente estar vivo, es tener algo que te motive a vivir...

¿Esto será lo que me motive a vivir?.

-Sí, podrás volver a quedar embarazada y yo estaré gustoso de ser quien te embarace- dice recostado desde el umbral de la puerta, viendo a donde estoy con sus brazos cruzados sobre sus piernas.

Por primera vez en este tiempo boto lágrimas de alegría, puedo volver a embarazarme, tengo la posibilidad de volver a escuchar que me digan mamá.

-Créeme que nada me haría más feliz, pero...

-Si, si lo sé, y creeme que no estoy apurado, te tendré paciencia y te daré todo el tiempo que necesites para que estés segura de volver entregarte a mí.

-¿Lo hubieses amado?- le preguntó viéndolo.

Él empieza a caminar hacia mí-¿Puedo?- pregunta señalando la cama.

Yo respiró hondo- Sí.

Él con cuidado se sienta a mi lado.

-Lo amo, aunque no esté con nosotros, lo amo y lo amaré por siempre, Gracias.

Mi corazón se pone pequeño.

-¿Por qué me agradeces?.

-Porque aunque ya no esté aquí- él con mucho cuidado mete la mano por debajo de mi camisa y toca mi abdomen, su tacto manda algún tipo de corriente a mi cuerpo- Existió, y por qué existió yo puedo decir que iba a ser papá, y te lo vuelvo a decir, lo amo y lo amaré por siempre.

-Créeme que él también te ama, él me lo dijo.

-¿Él? ¿De qué hablas?.

-Cuando el doctor me estaba reviviendo, eso que él te dijo que yo decía mi ángel, es por qué lo vi Cristián, yo vi a nuestro hijo, era un hermoso varón tan igual a ti, y me dijo que te dijera que te amaba.

Él me ve lo que veo en sus ojos me hace sentir nuevamente culpable, el dolor se cruza en sus grandes esmeraldas, pero el desconcierto también está ahí.

-Tienes que creerme, yo lo vi- le digo.

-Yo te creo nena, Y cuando nuestro Ángel te vuelva a visitar, dile que yo también lo amo y que me perdone por no llegar a tiempo.

-Él no tiene nada que perdonarte, ni yo tampoco, Estoy segura de que mejor padre no le hubiese podido tocar a mi bebé- le digo mientras pongo mi mano sobre la suya.

Él saca nuestras manos de bajo de mi camisa y ve nuestras manos entrelazadas.

-Te quedaría bien un anillo ahí- dice para luego ver mis ojos.

-¿Un anillo?.

Él da un beso en el torso de mi mano y se levanta.

-Cristián.

-Dime.

-Quédate.

Lo que digo lo agarra por sorpresa.

-¿Estás segura?- pregunta.

-Si, a tu lado me siento mejor.

Él sonríe, se acuesta a un lado y me acuna en sus brazos.

-Cristián, Tengo miedo.

-¿De qué?.

-De que él vuelva y qui...

El Magnate NeoyorquinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora