Capítulo 24

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Los siguientes capítulos van dedicados a Gabriela, quien ha leído la historia en tiempo record, y me ha puesto al día. Te amo machi xo.

Danielle Le Blond.

Lo sabía, llevaba días de haber descubierto su pequeño secreto.

Aquella noche lluviosa que pasamos juntos en aquella abandonada cabaña. Cuando me pidió que la dejara a mitad de camino y que me fuera cuando ella desapareciera por la solitaria calle, no pude hacerle caso.

Dejé mi bicicleta cerca de un árbol y con sutileza la seguí. Cuando la vi entrar en la casa de la señora Theodora, por mi mente surcó la estúpida idea de que podría ser Fiorella, pero no. Era absurdo, todo en ella me decía que era Angelique: su voz, su sonrisa, su cabello e incluso su aroma.

Anteriormente lo había supuesto. Pero la personalidad de las dos eran tan distintas que engañaron a mi mente, haciéndola creer que eran dos personas distintas, como el hielo y el fuego, aun así los dos quemaban por igual.

A pesar de mi desespero por buscarla cuando estuvo ausente aquellos días atrás, me contuve. No quería arruinar lo que fuera que estuviera pasando entre los dos.

Aceptar que estaba enamorado de ella fue mucho más difícil de lo que pareció. Aceptar que era la protagonista de todas mis primeras veces y que quería que fuera la única y la última me ponía aun peor.

Pero ese mismo desespero fue el que me ayudo a reconocerlo, sobrellevarlo y a admitirlo frente a ella.

Ahora la tenía frente a mí. Tan transparente como alguna vez estuvo en mis pensamientos. Sin una estúpida mascara de por medio.

—Dicen que la fe mueve montañas. Si tu belleza fuera un poder, podría derrumbarla con un solo chasquido de tus delicados dedos —expresé.

—Te has vuelto un cursi.

—Tú me has vuelto uno.

Lentamente la gire para que quedara frente al espejo y pudiera observarse a sí misma. Poco a poco y perezosamente fui desanudando la parte de atrás de su hermoso vestido.

Deshaciéndome de toda aquel atuendo que tenía encima. Su vestido cayó al piso con un suspiro. Me deshice de su larga trenza, dejando su cabello reposar sobre su hombro.

Esa noche le hice el amor por primera vez. No había lujuria ni deseo, era un sentimiento mucho más grande que esos dos, incluso más poderoso.

Bese cada lunar de su cuerpo. Acaricie cada hebra de su cabello. Inhalé y suspire su deliciosa fragancia, que de vez en cuando me corrompía. En cada parte de su piel deje en claro todo lo que sentía.

Pocas fueron las veces que nuestras miradas se encontraban. Angelique estaba sumida en su reflejo, ida. Viendo su silueta encima de la mía, o la mía sobre ella.

Se veía como una diosa con su cabello largo y negro como la noche cubriendo parte de sus senos, que danzaban en cada movimiento lento de su pelvis.

La recamara se llenó de jadeos, y profundos suspiros. Algunos espejos se empañaron. Y nuestros cuerpos se satisficieron hasta que llegaron al cansancio.

—¿Serias capaz de quererme? —preguntó recostándose en mi pecho.

—Hasta de adorarte.

Sonrió.

—¿Entonces escaparías conmigo?

—Hasta el fin del mundo—le aseguré esta vez sonriendo yo.

No mentía podía seguirla hasta el del mundo si ella quisiera.

Angelique.

Danielle se había dormido. Mientras que yo miraba nuestro cuerpos entrelazados por nuestras piernas desde el espejo del techo. O el techo de espejo, no lo sé.

Danielle estaba dispuesto a escapar juntos, ¿estaba yo dispuesta también? Si, lo estaba.

Ahora tenía que crear un plan para llevarlo a cabo.

***

—¿Volver? —preguntó Fiorella desde su cama.

—Si. Necesito ir por algunas cosas al menos.

—¿Qué tal si luego ya no quieres volver aquí? ¿qué tal si al estar con Louise te das cuenta de que todo era una confusión?

Le doy una mirada austera.

—Fiorella... nada de lo que me digas me hará cambiar de idea.

—No te lo digo para eso—suspira—. Lo hago porque puede ser una realidad, puede pasar. Solo no quieres escucharlo, porque sabes que puede ser una posibilidad.

—Te demostraré que no es así.

Narrador omnisciente.

Mientras que estos jóvenes planeaban esto y aquello, desde otro lugar también se creaban planes. Ninguno parecido al otro, ni con el mismo fin. Pero en que si algunos de ellos se verían igual de involucrados.

Se dice que después de la tormenta viene la calma. Sin darse cuenta de que antes de que esta llegara la calma ya estaba.

El Gigoló FrancésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora