Capítulo 31

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Danielle Le Blond.

4 años después.

Decir que vivo una vida aburrida es mentir. A pesar de que las personas aquí son más recatadas y educadas. Siempre se consigue donde pasarla bien. Fiestas, licor y mujeres, todo en un mismo lugar.

Decir que me llena, no es una mentira. Lo hace, pero momentáneamente. Porque luego, ese vacío abrumador vuelve a mí. Ese mismo vacío que produjo aquella, cuyo nombre está muerto para mí.

A pesar de que trato de olvidar su recuerdo con alcohol y otras mujeres, es difícil. Es como si se hubiera impregnado en mi piel, para nunca dejarme ir.

No sé qué es peor. Si estar con una mujer estando ebrio, donde mi mente me engaña y me imagino que esa mujer es ella. Si estoy sobrio mi mente me recuerda que no es ella. Las dos maneras son igual de atormentadoras para mí, y lo odio.

En la universidad conocí a Andrew, quien se convirtió en un buen amigo mío. La única fiel compañía que he tenido desde que llegue.

Gracias a él y a su padre que creyeron en mí, he podido demostrar mi talento mientras estudio, dado así que hasta ya tengo un trabajo asegurado con ellos.

Mi nombre se ha hecho sonar aquí en Londres. Y eso es algo bueno.

Mi tía me ha escrito acerca de los Lecomte, pero definitivamente no quiero estar involucrado con ellos. Aun así ,sigo agradecido por la oportunidad de llevar a cabo mis estudios.

Daniella también me ha escrito, pero cuando su carta va por mal camino mencionando a la pequeña mentirosa, dejo de leerla. Lo mismo pasa con Fiorella, ha estado escribiéndome a menudo, sin embargo no he abierto ninguna de las suyas.

No me interesa saber nada de ella y su amiga. No obstante, me gustaría ver su cara al ver en quien me he convertido. Por lo visto quizá eso sea pronto.

Se acerca el cumpleaños de Daniella, y quiere que vaya a verla luego de culmine con mis estudios. Y, tengo pensado hacerlo.

—Definitivamente no hay un día en el que yo entre por esa puerta y no te encuentre con el ceño fruncido— comenta Andrew— A este paso tendrás bastante arrugas a temprana edad.

—¿Alguien ha pedido tu opinión?

—Tan encantador como siempre— arregla su chaleco bastante pulcro que trae, mientras prende un tabaco— Supongo que viajaremos luego de la entrega de títulos, ¿no?

—¿Viajaremos?—alzo una ceja.

—Si. ¿Qué creías? ¿Qué me quedaría aquí aburrido? Cualquier oportunidad que tenga de escapar de mi padre la tomare. Ya hasta sueño con sus planos, son pesadillas ¡pesadillas! Además, no conozco Francia.

Suspiro. Supongo que no podré decirle que no.

—Aparte de eso, quiero conocer a la persona que te volvió un amargado, porque dudo que hayas nacido con una cara de culo ya.

—No conocerás a nadie, y mejor sal antes de que me arrepienta de ir.

Casi un mes después, nuestros títulos están en nuestras manos.

Andrew está más entusiasmado que yo, en ir a Francia. Así que nuestro equipaje ya está listo también.

Es por el atardecer del siguiente día cuando llegamos a casa de tía Kaitlyn. No se cómo hizo para convencer a su marido de que dejara a su hermana y sobrina quedarse con ella. Por lo visto están muy bien las tres.

Mi madre me recibe con un fuerte abrazo al igual que mi tía, Andrew no se queda atrás. A pesar de que no lo conocían en persona, me he encargado de hablarles del mismo a través de mis cartas.

El Gigoló FrancésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora