Capítulo 10*

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Maratón 3/3.

Danielle Le Blond.

Si mal no recuerdo solo había estado uno sola vez así de cerca de lady Monik.

Pero esta vez pude detallarla mejor, tenía unos hermosos labios lo cuales llevaban un labial del mismo color de su vestido: vino tinto. Color que los hacía lucir más sensuales y provocativos.

Cerca de una de sus comisuras había un pequeño lunar que sólo podías notar estando así de cerca como yo me encontraba. Le llamaría Roberto, siempre me ha gustado nombrar los lunares, más si estos me gustaban tanto.

Sus ojos eran marrones pero no uno opaco o simple. Era un marrón tan intenso casi como el café. Adornados de hermosas pestañas largas.

Desde donde estaba podía notar también el valle de sus senos. Nunca había detallado tan a fondo a Lady Monik de este modo, pues a veces solo la miraba tan fijamente para incomodarla, cosa que nunca lograba, y si lo llegué hacer pues lo oculto bien.

Tenía una silueta hermosa o eso podía deducir con aquel vestido que llevaba, la he visto solo dos veces. Estoy seguro de que no había llevado algo que marcará su figura como hoy.

Desprendía una aroma frutal, algo cítrico. Su fragancia no era dulce y empalagosa como la de las chicas con las cuales acostumbraba a salir.

Debía tener mi edad, incluso hasta podía pensar que más.

̶ ¿Se encuentra bien? —preguntó de repente sacándome de mi contemplación hacia ella. Lo cual hizo que la mirara extrañado.

̶ Usted...está temblando — susurró.

Con el dorso de su mano tocó mi mejilla y cuello, tacto que recibí con gusto ya que sí, tenía frío y ella estaba cálida.

̶ Está hirviendo en fiebre — se levanta alertada.

̶ Solo es una resfriado — dije para tranquilizarla.

̶ Recuéstese, iré por paños y agua tibia.— pidió saliendo del salón.

No tenía ánimos para llevarle la contraria, y, me sentía cansado.

Llegó minutos después, con una taza de agua al parecer tibia y dos paños.

̶ Esto bajara la fiebre —explicó desabrochando mi camisa.

Sus dedos mientras iban desabrochando botón por botón accidentalmente tocaron mi pecho desnudo.

Tacto que causó escalofríos en mí, gracias al cielo tenía fiebre y podría camuflajearlo.

Con delicadeza colocó una toalla en mi frente y otra en mi cuello.

̶ Seguramente ha tenido fiebre todo ese tiempo que estuvo allí y no dijo nada al respecto.

̶ Solo es un resfriado —repetí encogiéndome de hombros.

̶ Debería cuidarse entonces.

̶ No es mi culpa, ayer por accidente que me quedé afuera mientras llovía. — confesé haciendo una mueca al recordar que Angelique me había dejado por fuera.

Angelique...

̶ Y aun así vino, ¿es usted algo terco no? —volvió a interrumpir mis pensamientos.

̶ Repito nuevamente, no pienso dejar pasar un día de paga, menos por una idiotez.

̶ ¿Le parece una idiotez su salud?

̶ Hay cosas más importantes.

̶ ¿Cómo cuáles?

̶ El dinero—sonrío.

El Gigoló FrancésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora