Danielle Le Blond.
No sabía siquiera que pensar. Mi mandíbula había estado tan tensa y rígida, que incluso me dolían los músculos de ella.
Veo como Angelique se aleja con otro hombre, con su ''esposo''. Las palmas de mis manos seguramente estarán blancas de tanto presionar las uña contra este.
Había calmado mi respiración, para que mi tía no notase como realmente me estaba sintiendo. Tomé otra de las bebidas que estaban sirviendo, ella me lanza una mirada de desaprobación. Pero debía pasar el trago amargo con otro, al menos.
Angelique paseaba del brazo de su esposo con una sonrisa en su rostro. Como si fuera la mujer más feliz del mundo, saludando persona tras persona. La sangre me hirvió cuando ''Louise'' se inclinó hacia a ella para susurrarle algo en el oído, teniendo ella como reacción a esto, una carcajada casi con pena.
Quería tomarla del brazo y gritarle. Preguntarle que cuantas as mentiras tenia. Que si me había mentido con eso de volver en tres días. Me había visto la cara de estúpido, porque ahora que estaba aquí, podía confirmar que no iba a volver.
Busqué con la mirada por todo el lugar buscando a Fiorella, si Angelique no podía darme un mirada siquiera, era obvio que tampoco una explicación, al menos Fiorella si podría, o eso, esperaba.
Pero por más que la busqué, no la encontré.
—Tomaré un poco de aire fresco—le aviso a mi tía, para poder salir de aquel sofocamiento que me estaba causando la situación.
Antes de llegar a la entrada pasó justo por donde ella se encontraba. Rozando su brazo con el mío, sin mirarla y dirigiéndome a paso seguro a la salida.
El aire frio de la noche me recibe. Fuera no hay muchas personas, uno que otro carruaje parado. Por suerte llevo mis cigarrillos conmigo, quienes son leales a calmar mi ansiedad.
Por el rabillo del ojo capto movimiento cerca de mí.
—Danielle—toma mi mano la cual retiro bruscamente, como si su tacto quemara.
Me mira un poco afligida, pero no dice nada.
—Al parecer tenías muchas más mentiras. Dime ¿otra más que deba saber? No quiero llevarme otra sorpresa. Si no, puedes ir por donde viniste, no estoy de humor.
Suspira.
—Iba a decírtelo.
Rio con sin gracia.
—¿Si? ¿Cuándo? ¿cuándo volvieras al pueblo? Oh, espera. Eso también era mentira. Porque eres una pequeña mentirosa.
—No, eso es cierto. Lo único con lo que he mentido es con mi identidad. Lo demás es cierto Danielle. Sobre volver, encontrarnos y escapar. Aun quiero hacerlo.
—¿Y se supone que debo creerte? ¿Se supone que debo creer que dejaras estos lujos y esta vida a un lado para irte conmigo? Que lo único que tengo son los ahorros de un maldito trabajo.
No supe descifrar la expresión que se mostró en su rostro.
—No me conoces—niega con la cabeza. Sus ojos estaban llorosos.
—Es vedad. Creo que es lo único sincero que me has dicho hasta ahora. No te conozco, absolutamente no te conozco.
>> Me abrí contigo porque creí que teníamos algo en común. Porque creí que las cosas contigo serían tan diferentes. Pero terminaste siendo casi igual a todas esas mujeres con la que he estado. Termine siendo lo mismo que soy para ellas contigo. Un amante.
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El Gigoló Francés
RomantizmPensaba que era cómodamente felíz, con un buen esposo, un hermoso hogar y un buen estatus. Pero ese pensamiento se desvaneció cuando conocí al Gigoló Francés. Quien me llevó por el camino de la tentación, ahora yo me pregunto ¿tendrá este salida?