Capítulo 40.

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 | ¿A caso estábamos en guerra, mi amor? |

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 | ¿A caso estábamos en guerra, mi amor? |

E L L I O T

Su intensa mirada castaña me analiza durante varios latidos. Puedo ver como se le dilatan las pupilas y como el terror absoluto se aloja en ellas tras unos largos instantes que se me antojan una eternidad.

Aprieto los labios con fuerza. Es como si el tiempo se hubiese detenido alrededor nuestra. Como si en aquella calle abarrotada de gente solo estuviésemos nosotros, mirándonos. Sumidos en uno de los silencios más incomodos y largos de mi vida...

Joder. ¿Por qué no dice nada?

Temo haberla cagado, haber hablado de más. Que esto sobrepase uno de los límites invisibles que hemos puesto. Sin embargo, no pronuncia nada al respecto. Se esfuerza por no hacerlo, se mantiene callada pensando en la mejor respuesta...Con el semblante tan paralizado que apenas se nota el millar de emociones que la atraviesan.

Quizás esa minúscula expresión que se le enmarca cuando arruga levemente la nariz y la notable rigidez de sus hombros pasen inadvertida para cualquier otro pero no para mí. Lo puedo leer todo escrito en su cara. En cada destello de sus ojos reflejando la emoción, el miedo y el coraje. Puedo ver como todo baila de forma desenfrenada mientras ella trata de entender lo enredado de su sentir.

Estoy a punto de abrir la boca dispuesto a romper el silencio aún sin saber muy bien que decir pero ella se me adelanta dejándome totalmente congelado en el sitio.

Traga saliva de forma pesada.

—¿Me quieres? —es un susurro que se pierde entre el ruido de la ciudad pero por muy bajo que suene, la oigo. Claro que lo hago, oigo todas sus dudas y miedo antes de que inquiera: —¿Por qué?

Tomo una gran bocanada de aire que apenas me llega a los pulmones y entonces la miro de nuevo. Directamente a los ojos, haciendo que estos se le agüen ligeramente en el acto y que a mí se me rompa el puto corazón.

Maldita sea.

¿Cómo puede dudarlo un solo segundo?

¿No es jodidamente obvio?

—Sí—respondo en un suspiro, sacándola de dudas—. Te quiero. —Casi puedo oír como el corazón se le detiene cuando lo suelto. Y ese es el motivo por el que decido puntualizar: —No hace falta que tú sientas lo mismo, Kate. Solo quería decírtelo, que lo supieses.

El más absoluto silencio se hace de nuevo entre los dos. Se instaura de una forma tan densa e insostenible que me desespero un poco. Ver su rostro totalmente ausente de emoción me pone nervioso. Me muerdo el labio inquieto mientras reparo en la magnitud real de lo que acabo de hacer.

Ahora sé que no ha sido buena idea pero no puedo volver atrás. No puedo fingir que no ha pasado nada. No puedo fingir que no lo siento. No porque es una locura seguir negándomelo a mí mismo, seguir pretendiendo que no es así.

Odio Irresistible [+18] © 30 DE ABRIL EN FÍSICO [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora