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El entierro de Carter se había llevado de una forma en que todos sabían de su muerte, odiaba los cementerios, pero no podía hacer como si nada hubiera pasado, como si Azat no hubiera matado a su compañero de trabajo sin una razón justa.

Desde entonces, el bar se había mantenido cerrado por duelo, las protestas en la ciudad seguían, pidiendo justicia por Carter. Sheker no tenia rostro para enfrentar todo lo que sucedía en el exterior de su departamento, confiaba en que el alcohol era su única compañía, Carter había muerto por culpa de ella, porque sí. La llegada de Azat solo traía problemas que arrasaban con todo, y aun mas si ella estaba involucrada. ¿Cómo podía mirar a la esposa de Carter? No lo sabía, juraba no saberlo, no sabia que tenia mujer y pronto la llegada de un hijo, Azat había destruido a una familia por sus celos enfermos.

Su supo desde el primer momento en que lo conoció, Azat no era una persona buena, o, mejor dicho; buena con otras personas, el mismo se encargo de hacerle ver cual bueno podía ser con ella cerca, lo mucho que le afectaba y confesado que era su talón de Aquiles. Pero no comprendía que el mismo estaba destruyendo a su talón de Aquiles, no podía seguir de esa forma. Lo amaba, juraba que lo hacia de una forma intensa que hasta dolía saber que se casaría con la mujer que creyó ser su amiga, dolía ver que esa misma mujer le daría un hijo que tendría más protección que Serik, por ser el sobrino del jefe de la mafia. Serik solo era el primogénito de un empleado del jefe, del sicario mas pagado y buscado. Solo era eso, un hijo cualquiera que debía morir por el capo.

No los perdonaría, le arrebataron lo que mas amaban y nadie podía resolver su dolor, su mundo solo la tragaba de una forma que se llevaría a toda una ciudad con ella.

Tiro la botella convirtiéndola en añicos, observo como todo el departamento se convertía en un desastre de botellas, desde el funeral, había preferido no salir de casa y solo quedar en su soledad con sus botellas. Intento pararse, gimió al sentir los cristales incrustarse en la palma de su mano, todo a su alrededor se sentía como un maldito infierno sin poder ver, nuevamente intento pararse y sostenerse contra la pared, a rastras llego hasta la estantería que había llenado de botellas y saco una más.

En un momento sin poder resistir, su cuerpo cayo hacia atrás, mientras que el contenido de la botella se esparcía por el piso. Sus ojos se llenaron de lágrimas, el recuerdo de Serik la llevaba a la mayor destrucción, no podía seguir, no quería seguir en soledad y soportando sola el dolor. Cerro sus ojos sin poder evitarlo, sentía que le costaba poder abrirlos e intentar parar a quien sea que entraba en su departamento golpeando la puerta de una forma brusca.

—¡Sheker! —sintió el grito de alguien, mientras su cuerpo era levantado del frio piso.

—Serik...—murmuró, durmiéndose en brazos de quien sea que la sacaba del departamento.

(...)

Sintió como un deja vu despertar y encontrarse con el inmenso ventanal frente sus ojos, trato de incorporarse, sin embargo, se dio con que tenia una intravenosa en su brazo y su cabeza rezumbaba de dolor.

¿Qué era aquello? Se pregunto, al momento que intentaba quitarse la aguja de su brazo, una mano le impidió que lo hiciera, al levantar la mirada, observó a Azat mirarla serio.

—Déjala —demando firme.

—No es tu responsabilidad lo que me suceda.

—Sheker...

—Tu lo mataste —argumento—. Eres un maldito asesino sin corazón.

—Soy un asesino....

—¡Siempre lo fuiste! ¿Estas feliz, Azat? —bramo sin importarle su dolor, solo quería liberarse de la carga que llevaba su corazón —. ¡No te importa nada mas que tu mismo! Mataste a Serik y a Carter. ¡Te odio! ¡Te odio, te odio! —grito, dejando que las lagrimas cayeran y se viera vulnerable ante el sicario.

Los brazos fuertes de Azat la envolvieron y la estrecharon en su pecho, haciéndola sentir como si regresara a su hogar, al lugar que nunca debió irse, provocando que sintiera la misma sensación que su cuerpo sentía tiempo atrás; Protección y seguridad.

Sheker envolvió sus brazos en su cintura y siguió llorando.

—Siempre te protegeré de todo, te amo y quiero estar a tu lado, Sheker—susurro, dolido —. Cuando llegué y te vi en ese estado...creí que te perdía, cariño. No mate a Serik, debes creerme.

—Te odio, Azat...—murmuró, levantando la cabeza de su pecho y dejando que sus ojos se conectaran con los de el —. Déjame ser libre. Aléjate de mí.

—No puedo, Sheker—dijo firme, acariciando su mejilla y limpiando las lagrimas de la fémina —. Puedo enfrentar al mismísimo Lucifer por ti, prometí amarte y protegerte en cada momento de mi vida, dar la mía por ti. quiero estar a tu lado, Sheker.

—No puedo, Azat. No con los que te rodean.

—Prometo que lo hare bien, se que enfrentaremos este dolor juntos, quiero ayudarte a sanar por segunda vez y que tu lo hagas conmigo. ¿Qué dices?

Sheker quedo en silencio, observándolo. Quería sanar, quería hacerlo y no sabia de que forma enfrentar el dolor, nunca supo como enfrentarlo. Estiro su mano hacia el cabello de Azat y junto sus labios, demostrándole cual era su respuesta, el hombre de la misma forma, correspondió su beso con cariño, sintiendo como su pecho latía a una velocidad que solo esa mujer podía provocar que lo hiciera.

¿Podían amar? Tal vez si, tal vez podrían amar y odiar al mismo tiempo, se podía desear y querer en un momento justo. Azat sentía lo mismo, amor y poder. No podía evitarlo, quería y le gustaba el mundo donde estaba, pero también quería a Sheker. Eran cosas que no podía juntar, o tal vez sí.

La fémina se separo y lo observo, mientras que Azat acariciaba su labio.

—Te extrañe demasiado, Sheker.

—Yo también...—la mujer recordó entonces lo que tanto le afligía —. ¿Qué hay de Alman? Te casaras con ella.

Azat hizo una mueca.

—No si tu estas a mi lado. Solo puedo casarme con una mujer y esa eres tú.

—No pensabas lo mismo cuando lo supo todo el país.

Azat rio y negó.

—¿Acaso siento que estas celosa?

—Lo estoy—respondió sin pudor —. ¿Por qué?

La sonrisa del hombre desapareció y respondió.

—Cuando te fuiste quede devastado, deseaba que regresaras a mi lado, pero quería que tu lo vieras, porque juntos podemos hacer todo posible. Nunca pensé en casarme con ella.

—Te encargas de hacerme sufrir, Azat—respondió con sinceridad, tocando su barba.

—Pero también quiero hacerte feliz hasta dar mi ultimo aliento por ti. Quiero darte la vida que mereces, pero a mi lado, quiero ser el protagonista de todo que te involucre, nunca te dejare, Sheker.

DespiadadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora