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Sheker descubrió con asombro que Alman Omanov se había casado, justamente a un mes después de su secuestro. Los párrafos mostraran cual costosa y lujosa había sido la ceremonia, ni hablar de los platillos deliciosos; incluso muchos de la alta sociedad habían asistido y convertido el evento en una alfombra roja. Observó con asombro el vestido que llevaba, era claro que Alman no perdería aquel día para deslumbrarse como siempre con sus atuendos sexis, el vestido blanco de cola de sirena se ajustaba a su figura como una segunda piel, con los costados de su cintura de encaje blanco y piedras preciosas en su escote de corazón. No mentiría, el vestido era totalmente hermoso y sexi en una figura como la de ella.

Paso de pagina y observo a todos los invitados deslumbrantes con sus vestidos de gala, pero no todo duraba para siempre; sus manos temblaban, sentía como la tensión en su cuerpo se bajaba y su mente daba vueltas, nada podía ir peor incluso si ella creía tener las riendas de su destino. Leyó dos veces el nombre del novio incluso la fotografía en la que solo la novia salía sonriendo mientras que Azat como siempre con su expresión seria.

—No puede ser verdad—musito con sus ojos cristalizados.

Una de sus lágrimas empapo la imagen impresa del matrimonio, de modo rápido seco sus lagrimas y respiro hondo, tratando que aquello no doliera. ¿Cómo no iba a doler? Si tan solo unas horas el prometió que todo volvería a ser como antes, prometía amarla eternamente. ¿Cómo no dolería? Sus palabras dolían mas que ver aquellas imágenes, sentía lo que era traición de la persona que nunca creyó que la volvería a dañar, juraba que ella tenia el control de los sentimientos del sicario, pero que tan equivocada había estado todo el tiempo, Azat era un ser despiadado que no sentía nada por nadie, la posesión corría por sus venas y solo eso quería de ella.

No era bueno confiar en él, formaba parte de una familia que le habían arrebatado a su hijo y no volvería a permitir que lo hicieran con su embarazo. Cerro la tapa con fuerza y tiro la revista lejos de ella. Llena de impotencia se levanto de la cama y camino por toda la habitación, ¿Qué más podía hacer? Se había vuelto la amante de un matrimonio, la rompe hogares.

(...)

Sheker observo por la ventana por quinta vez en la noche, Azat no había llegado a cenar y las horas seguían transcurriendo.

—Esta con su esposa, ¿Qué mas esperabas, Sheker? ¿Vivir una vida de rosas? Ya no eres su esposa ni su prioridad—dijo con rencor, volviendo a recostarse y que la oscuridad la rodeara.

Recordó las palabras de su madre, ella siempre le mostraba el lado fuerte de una mujer y lo valioso que eran.

A veces debes demostrar ser alguien que no quieres ser para poder llegar lejos, Sheker. La vida suele ser injusta para las mujeres, debemos aprender a sobrevivir en este mundo.

¿Cómo, mamá? pregunto con sus ojos cristalizados.

El amor puede ser destructivo en algún momento, no dejes que el te maneje a ti, tu maneja tus sentimientos, cegarse de este puede ser tu muerte si perdonas todo. Eres inteligente, cariño. Sabrás manejar las situaciones difíciles.

—Que fácil fue decirlo, mamá. Estoy intentado ganarle a este sentimiento—murmuró, observando un punto fijo.

El ruido de los portones abriéndose llamo su atención, de inmediato salió de la cama y fue hacia la ventana, tres de los vehículos de la casa ingresaron con guardias y Azat. Este ultimo ingreso a la casa sin darle conversación a ninguno, volvió hacia la cama y se recostó dándole la espalda a la puerta.

No fue mucho el tiempo que la puerta se abrió y fue cerrada con delicadeza, su corazón latía de prisa, no lo entendía, su cuerpo temblaba como cada vez que mentía, odiaba mentir y sentir su cuerpo temblar del posible miedo que le daba enfrentarse a cosas peligrosas. Una de las veces estaba siendo aquella, aun mas al sentir el toque en su hombro.

—¿Qué sucede, cariño? Estas temblando —musito Azat cerca de su oído, acostándose detrás de ella y envolviendo su cintura con su brazo.

—Se suponía que estaba durmiendo. —Susurró sin querer romper el silencio de la habitación.

—Pero no lo estas, no debiste esperarme despierta, es mejor que descanses.

—Costumbres que no se van. —Azat sonrió y acerco su rostro hacia la melena de la mujer, respirando el agradable aroma que soltaba este.

—Tuve mucho trabajo, no creas que dejé de lado a Aslam. Te protegeré a cualquier costo.

—Claro —respondió con amargura, la cual Azat noto.

—¿Cómo te fue con el medico? ¿Te sentiste a gusto o quieres cambiar?

—Andris esta bien.

—¿Qué sucede, Sheker? —pregunto cansado de las monosílabas de la mujer. Sheker se separo de su toque y siguió dándole la espalda, por motivos obvios que no deseaba mirarlo a los ojos. El sicario respiro hondo y hablo —. SE que esto es difícil para ti y la verdad no puedo cambiar nada, no puedo entender cuanto sufriste a manos de los malditos mercenarios, pero te juro que todos ellos pagaran por cada lagrima y suplica que pediste. No te hare daño, Sheker, nunca lo haría.

—No prometas cosas que no puedes cumplir, Azat. A veces es fácil mirar y callar.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Nada, quiero estar sola.

Ambos se mantuvieron en silencio y como Sheker espero, Azat no la dejo sola, era experto en omitir sus palabras y hacer como si nada hubiera pasado ni que lo había corrido de la habitación. La fémina dejo caer las lagrimas en silencio, dejo ir todo el dolor que su pobre corazón sentía.

(...)

Al día siguiente, Sheker camino con decisión hacia la entrada del salón desconocido para ella, no iba a caer ante sus sentimientos, ni siquiera sabía cómo había hecho, pero había logrado salir de la casa sin los guardias que Azat había puesto para ella.

—El jefe te espera. —Hablo una voz a su costado, Sheker lo siguió hasta otro pasillo que daba una puerta al final, toco su vientre antes de abrir la puerta y ingresar.

Dentro de esta todo se encontraba pulcro, algo que ella no esperaba. El despacho se mantenía con una luz opaca, en una esquina un pequeño bar y sillones de cuero negro, mientras que al frente estaba una mesa de cristal junto a su jefe sentado detrás de esta.

—No espere que vinieras. Creí que dijiste que nunca te meterías entre nosotros —dijo con calma, aun escribiendo en un papel.

—No lo hice por mí, es por mi hijo. ¿Qué necesitas?

Al final, este otro levanto la cabeza y sonrió, una sonrisa que no demostraba malicia como las reconocidas de Azat.

—Me dijeron que disté el paso sola, me sorprendiste, nunca te dije que hicieras algo así. No quiero a su jefe, ya sabes a quien quiero, querida.

—Hare lo que me pidas, pero quiero tener la garantía en que yo estaré a salvo, que luego no me involucraran en nada. No quiero dinero ni poder, solo quiero liberarme de todo esto.

El capo se levanto de su silla y camino hasta la mujer, coloco ambas manos sobre sus hombros.

—Azat confía plenamente en ti, el nunca dudaría que lo traicionarías. ¿Estas dispuesta en romper esa confianza? No habrá vuelta atrás, Sheker. Será tu vida o la de él. —Musito en tono serio, en ese momento Sheker sintió una disputa que había estado ignorando en todo el camino, amaba con locura a Azat, tanto que podía soportar todas las muertes que cargaba en sus manos, pero ya no, no estaba sola, Azat había sido el primero en dañarla y casarse con otra mujer, solo quería ser feliz con el y deshacerse de Aslam. 

DespiadadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora