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—No puedes ni tienes permitido tocarlo —argumento, Alman, regresando a su asiento luego de ver a la pareja irse.

Azat aun de pie, volteo a observarla.

—¿Qué te da la seguridad de eso?

Alman rio entre dientes y negó con diversión.

—Me sorprendes, Azat; cuantos años siendo el sicario predilecto para no sabes que Ruslan Sultanov es el mas grande, mi hermano ni tu podrán superarlo, el siempre fue el primero, el numero uno en los negocios. No dudes el momento en que podrán derrocarte y destituirte como el mismísimo lucifer que eres.

—No tengo miedo a quemarme por lo que quiero, tu y el fueron dos inútiles que no saben manejar las cosas...yo si —alego, estaba dispuesto a destruir a Ruslan y su imperio que día a día crecía sin parar. Quería entender como lo lograba, cada paso lo daba con seguridad absoluta, tanto que podía sentir el leve tic en su ojo al verlo escalar, su mayor temor era verlo nombrarse relecto y jefe de los jefes. Si ese día llegaba, el final seria para Azat y su clan.

Todos los clanes no dudarían en cumplir el mandato de Ruslan y querer matarlo, no tendría poder legal ni personas fieles.

De pronto recordó lo que tenia en su poder, algo muy valioso para el hombre, que no dudaría en renunciar todo a lo suyo.

—Se como derrocarlo.

(...)

Después de aquel incidente, los días comenzaron a pasar en un abrir y cerra de ojos, Sheker había conseguido obtener la estabilidad que buscaba en su punto de embarazo, Ruslan día a día se encargaba de hacerla sentir bien e incluida en la mansión, sentía una mezcla de sentimientos que para el mayor no eran desagradables, había estado solo por mucho tiempo.

Su hija había sido producto de follarse a una prostituta, sin embargo, aquello no le impidió no amarla y hacerla su debilidad, la misma que su huésped había destrozado sin piedad. Ahora él tenía lo que Azat quería y no podía; Sheker y su hija.

De esa forma, acorralar a Azat era mucho mas fácil, su debilidad era la fémina, pero la de Ruslan no. La ayuda de Sheker también era fundamental para lograr su cometido y eso pasaría con su boda.

Ruslan se observo por segunda vez en el espejo, mientras acomodaba su corbata azul, observo la foto de su hija en el espejo.

—Pagaran tu muerte, cariño. —El sonido de la puerta lo distrajo a la realidad, al observar quien era, hablo —. ¿Esta todo listo? No quiero fallas.

—No la abra señor, él está aquí. Tenemos todo organizado, habrá mesaros que estarna a su disposición, sin contar que habrá doble seguridad para derribar a los suyos.

—No quiero fallas, ni que tampoco esponjan a Sheker. Quiero a Azat vivo.

—Lo captamos —acepto, saliendo de la habitación seguido de su jefe, ambos bajaron hasta la primera planta, donde fuera de esta, un grupo de personas estaba allí, ambos habían optado por hacer la ceremonia en la noche, lo que facilitaba todo mucho mejor. —El padre esta aquí.

Ruslan se paro en la pequeña tarina y asintió.

—Llévenlo con Sheker. —Ordeno.

Su mano derecha asintió e informo a través de su audífono la orden del jefe.

Mientras tanto, Sheker se alisto con una expresión neutra en su rostro. Había deseado que el día llegara por mucho tiempo, se suponía que seria el día mas feliz de su vida, pero era todo lo contrario, no sentía su corazón latir con fuerza ante la idea de unirse en sagrado unión con Sultanov.

DespiadadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora