𝟭𝟬. 𝗻𝗶𝗴𝗵𝘁 𝘁𝗮𝗹𝗸𝘀

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𝗘𝗟 𝗣𝗘𝗟𝗜𝗡𝗘𝗚𝗥𝗢 𝗟𝗟𝗔𝗠Ó 𝗣𝗢𝗥 𝗧𝗘𝗥𝗖𝗘𝗥𝗔 𝗩𝗘𝗭 𝗔 𝗦𝗨 𝗡𝗢𝗩𝗜𝗔 desde el marco de la puerta

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𝗘𝗟 𝗣𝗘𝗟𝗜𝗡𝗘𝗚𝗥𝗢 𝗟𝗟𝗔𝗠Ó 𝗣𝗢𝗥 𝗧𝗘𝗥𝗖𝗘𝗥𝗔 𝗩𝗘𝗭 𝗔 𝗦𝗨 𝗡𝗢𝗩𝗜𝗔 desde el marco de la puerta.

— nai, por favor —murmuró el chico— ven, necesitas comer —.

— no quiero —murmuró la chica lo suficientemente fuerte para que la escuche—.

timothy suspiró. desde lo que había pasado el día anterior en el restaurante la morena no había comido nada y tampoco había querido hablar de lo sucedido. a su novio realmente no le interesaba hablar de lo que pasó ni de lo que le había dicho saracho, sin embargo, su comentario le había dejado cierto sentimiento en el pecho, y era un sentimiento que desde que se alojó ahí no había querido salir.

timothy se acercó lentamente al bulto de sábanas en el que se encontraba su novia, se sentó a su lado y miró al suelo fijamente, buscando algo que decir.

— no estoy enojado, si eso es lo que piensas —.

la chica se quedó quieta, atenta a lo que sea que el chico diría a continuación.

— no sé a qué se habrá referido roberto, pero si tú no quieres hablar aún, está bien, te entiendo y lo acepto —el chico comenzó a jugar con sus manos— sólo no quiero que estés incómoda —.

se encontraba nervioso, tenía un leve presentimiento de lo que pasaba, pero él no quería aceptarlo. por supuesto que había captado lo que el de pelo bicolor había querido decir pero había estado todo ese tiempo intentando convencerse de que no era eso. sabía que nunca sería capaz de obligar a nailea a hacer algo que ella no quisiera, pero es que la amaba tanto...

— está bien, en serio, no hablaremos de eso, pero por favor levántate, ¿si? —acercó su mano hasta la sábana para quitarla, dejando al descubierto la cabeza de la chica—.

la castaña tenía los ojos rojos, al parecer había estado llorando en silencio todo ese tiempo. de inmediato tim se preocupó y se sintió mal por su novia, le dolía demasiado verla en ese estado. nailea se levantó quedando sentada, tim no dudó ni un segundo en abrazarla tan fuerte como podía, quería darle todo el amor posible.

ella comenzó a sollozar sin poder evitarlo, liberando un poco su culpa. al separarse nai limpió su rostro con la manga de su suéter, dando un suspiro.

— lo siento, lo siento, lo siento —repitió una y otra vez— lo siento, en serio —.

— nai, no fue tu culpa, tranquila —el pelinegro posó su mano en la mejilla de ella— no te preocupes por eso —.

𝗟𝗜𝗞𝗘 𝗜 𝗖𝗔𝗡 ★ 𝘀𝗮𝗿𝗮𝗰𝗵𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora