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— ¡𝗡𝗢 𝗠𝗔𝗠𝗘𝗦, 𝗡𝗔𝗜, 𝗦𝗘 𝗛𝗔𝗖𝗘 𝗧𝗔𝗥𝗗𝗘! —exclamó el de pelo moradouna vez que tocó por quinta vez la puerta—.
— ¡espérate, pendejo! —con un último vistazo a su reflejo la castaña salió del baño, encontrándose con una mirada de reproche por parte de su amigo— ni siquiera me has dicho a dónde vamos —.
— porque es sorpresa —respondió con obviedad— y ya vámonos, que de por sí es tarde —.
caminaron rápidamente a la salida de la casa donde los demás los esperaban. roberto la miró y le dio una pequeña sonrisa que ella correspondió de inmediato.
— hasta que sales, verónica —exclamó diego haciéndola rodar los ojos—.
— bueno, ya, vámonos mejor —.
acto seguido, todos se subieron al uber con dirección a la locación desconocida para nailea. la chica miraba las calles intentando reconocer el lugar al que se dirigían, fallando en el intento dado que aún no conocía bien la ciudad.
— andrea nos verá allá —el murmullo de roberto la sacó de sus pensamientos—.
desde aquella noche en el restaurante nailea y andrea se habían vuelto buenas amigas, hablaban bastante seguido y notaron que tenían varias cosas en común. roberto no podía estar más feliz por ello.
sin decir nada más el resto del trayecto, sólo esperaron pacientemente a llegar a su destino mientras escuchaban la conversación que habían empezado los demás.
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— bueno, nai, aquí estamos —.
la morena salió del auto lentamente, admirando la vista que tenía. estaban en un parque de atracciones muy grande, más grande que los que había visto antes. su vista se dirigió rápidamente a josejan, quien ya la miraba con una sonrisa.
