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— ¿𝗘𝗦𝗧Á𝗦 𝗦𝗘𝗚𝗨𝗥𝗢 𝗗𝗘 𝗘𝗦𝗢, 𝗦𝗔𝗥𝗔𝗖𝗛𝗢? —preguntó daniel con su ceño fruncido—.
— por supuesto que sí, wey —el chico miró a su amigo— además, el que no arriesga no gana, ¿no? —saracho le dio una ligera sonrisa causando que el pelinegro rodara los ojos con diversión—.
— sí, ¿pero y si se entera diego? ¿qué crees que diga? —se cruzó de brazos— ¿cómo estás tan seguro de que no te va a madrear en cuanto sepa? —.
roberto guardó silencio por un par de segundos, no había pensado en eso. en realidad toda su idea de invitar a nailea a salir era arriesgada, podría rechazarlo de nuevo o timothy podría enterarse y después nai se enojaría con él, pero ya lo había dicho antes: el que no arriesga no gana.
— no tendría por qué enterarse —se encogió de hombros—.
— te vas a meter en problemas... —murmuró y, acto seguido, suspiró pesadamente— bueno, ¿y cuándo piensas hacerlo? —.
— hoy mismo, ella viene hoy a la casa —.
— bueno... la neta estás pendejo pero pues, suerte, supongo —.
daniel tomó su teléfono para luego recostarse en la cama sin decir nada más. roberto guardó el suyo en su bolsillo para luego salir de la habitación por un vaso de agua.
había pasado los últimos dos días pensando si debía invitarla o no a salir y la noche anterior se había desvelado buscando el valor para poder hacerlo. pero estaba convencido de que era ahora o nunca, se sentía seguro y estaba dispuesto a invitarla a una cita, una verdadera cita, y sus nervios no se iban a interponer esta vez.
— ¡hola, roberto! —exclamó la morena—.
y ahí, en medio pasillo, la valentía y la seguridad de roberto cayeron a la basura con sólo escuchar la voz de la chica frente a él. sus manos empezaron a sudar y su boca quedó entreabierta.
— eh, yo bien ¿y tú cómo? —nailea lo miró con confusión y roberto cayó en cuenta de la estupidez que había dicho— no, perdón, este... hola, nai —.
nailea soltó una ligera risa antes de acercarse a él para poder saludarlo con un abrazo. la menor se enganchó a su cuello a la vez que el chico pasaba sus brazos por su espalda nerviosamente. el contacto era algo simple pero a ellos les llenaba el corazón estos pequeños momentos en los que podían estar sólo ellos, sin molestias.
