𝟭𝟰. 𝗮𝗻𝗱𝗿𝗲𝗮

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— ¡𝗬𝗔 𝗟𝗟𝗘𝗚𝗨É! —𝗘𝗫𝗖𝗟𝗔𝗠Ó 𝗗𝗔𝗡𝗜𝗘𝗟 desde el marco de la puerta—.

nailea caminaba silenciosamente detrás del chico, mirando alrededor mientras se daba cuenta de que todo estaba igual que cuando ella se había ido.

— ¿me trajiste la salsa que te pedí? —dijo jota desde la cocina—.

nailea sonrió inconscientemente al escuchar su voz, sin dudas los había extrañado demasiado.

— nah, te traje algo mejor —.

cuando estuvieron en la entrada de la cocina jota volteó para encontrarse con la cara sonriente de su casi hermana. nai notó como su expresión cambió a una más sorprendida, luego su ceño se frunció y por último sonrió antes de correr a abrazarla. nai sólo atinó a rodearlo con sus brazos de igual forma.

— ¿qué haces aquí? ¿cómo estás? ¿cuándo llegaste? —tomó un respiro entre tanta euforia— mi nai —.

dejó un beso en su frente que para la menor fue una caricia al corazón. lo que más adoraba de esos chicos era lo feliz y lo amada que la hacían sentir en todo momento.

— vine a quedarme un tiempo en la ciudad, estoy bien y llegué hoy —respondió a cada pregunta respectivamente—.

ambos rieron y volvieron a abrazarse.

— ¿qué pasa, pendejo? ¿qué quieres? —escucharon la voz de diego desde el pasillo, seguida de la de daniel—.

— que te traje una sorpresa, wey, neta ya no te traigo más nada —se quejaba daniel—.

en la entrada de la cocina apareció un diego en pijamas, en su mano estaba su teléfono y tenía una expresión casi fastidiada, probablemente algo enojado por haber sido interrumpido en su día de descanso.

pero todo rastro de aquel enojo se esfumó en cuanto vio a su mejor amiga de casi toda la vida parada a unos metros de él. una enorme sonrisa se formó en su rostro justo antes de que gritara:

— ¡nailea! —.

corrió hacia ella y la abrazó con toda la fuerza que tenía. nailea le devolvió aquel abrazo con la misma efusividad mientras en su rostro su sonrisa permanecía intacta. sus amigos los veían con alegría, se sentían bien al tener a la morena de vuelta con ellos. a pesar de que no lo demostraran demasiado, era grande el cambio que hubo luego de que la chica se fuera, se habían acostumbrado a su presencia y al no tenerla con ellos se había vuelto todo más... extraño.

— te quiero, te quiero, te quiero —susurró diego cerca de su oído—.

al escucharlo, nailea contuvo las ganas de llorar. sabía que diego no era de ser demasiado cariñoso pero cada vez que lo hacía era completamente sincero.

𝗟𝗜𝗞𝗘 𝗜 𝗖𝗔𝗡 ★ 𝘀𝗮𝗿𝗮𝗰𝗵𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora