Capítulo 15

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Capítulo 15


El calificativo ''Soñadora'' me había sido otorgado ya a bien temprana edad, por la sencilla razón de que, cada vez que mi madre nos contaba un cuento a Liana y a mí, siempre pasaba lo mismo: ambas nos ilusionábamos y vivíamos la historia con la misma intensidad, pero, mientras que a la mañana siguiente mi hermana volvía a ser una perfecta dama en miniatura que aprendía a escribir o a cantar, yo me pasaba días buscando duendes entre las raíces de los arbustos de la pradera, o confundiendo a cualquier mariposa con la reina de las hadas, que venía a otorgarme poderes mágicos. Siempre soñaba con que las leyendas se harían realidad.


Mientras veía cómo los árboles del bosque se movían, (literalmente se movieron para dejarnos pasar al acabar de leer el cartel) pensé que si le contara a la Nadia pequeña que estaba presenciando cómo un cuento de hadas se hacía realidad, seguramente no me creería. Una parte de mí estaba aterrada, otra parte de mí se encontraba ausente, y otra más simplemente estaba fascinada con toda aquella belleza, con aquel bosque tan profundo y tan alto desde el que no se veía el cielo, con los árboles moviéndose, con los juglares a mi alrededor, conduciéndome por el camino que supuse que era el adecuado. No podía, desde luego, volver atrás, pero tampoco lo deseaba. Era muy extraño, pero el bosque parecía calmarme poco a poco.


Finalmente, los árboles dejaron de moverse y nosotros de andar al llegar a un claro enorme (o sería un claro si la luz llegara a él, cosa que no pasaba pues las hojas tan altas lo teñían todo de un verde oscuro). Era el espacio de bosque más grande en el que había estado jamás. Era como la plaza de una gran ciudad, y desde todos los puntos del bosque aparecían personas de entre los árboles, como nosotros. Gente vestida de verde se les acercaba y los saludaba calurosamente. Había un ambiente muy festivo, con hogueras por doquier. La hondonada me recordó a Hiedrazul. Al ver a una pareja besarse, pensé en Axel y mi corazón se aceleró un instante. Sacudí la cabeza rápidamente para alejarlo de mis pensamientos.

De repente, un torbellino verde apareció ante nosotros gritando y se enganchó al cuello de Joseph:


-¡CHICOS! ¡JOSEPH! ¡POR FIN!

-Thaaly...-Joseph sonrió cariñosamente y apartó al borrón verde ligeramente- yo tampoco puedo creerlo. Necesitaba volver aquí de verdad.

Ladeé la cabeza con curiosidad. La mancha de energía verde resultó ser una chica delgada y apenas un poco más alta que yo, con la piel brillante y morena y unos ojos gigantescos y exactamente del mismo color que Joseph y una orejas exactamente como las de Suri y Panta, que sobresalían de entre la nube de rizos pelirrojos que le enmarcaban el rostro. Llevaba una sencilla túnica verde y lisa, e iba descalza. Abrazó con mucha a alegría a todos los juglares, y en esas estaba cuando llegaron Suri y Panta, a quienes casi tira al suelo de pura alegría. Se abrazaron las tres y se pusieron a saltar. Cuando acabaron, entre risas, Telmo y Jaques les preguntaron si había llegado bien al claro:

-Sí, ha sido realmente fácil y muy rápido- Explicó Panta- Nadia ha logrado abrir un portal magnífico con su voz. Hemos podido traer vuestros carros y llevarlos con todos los demás.

''Oh''-pensé- ''Así que lo que he hecho al cantar es abrir un portal''

-Y hablando de pertenencias- Suri me tendió mi zurrón- Te lo has dejado en la entrada al bosque. Dentro están el puñal y tus zapatos, y por supuesto todas tus demás cosas.

-Oh, gracias-Dije, tomando mi zurrón y ruborizándome. No podía creerme mi propio despiste. ¿Cómo podía haberme olvidado de lo único que poseía desde hacía ya casi tres semanas? ¿Es que mi obnubilación por el bosque había superado a mi sentido común?

''El romance de Nadia''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora