Epitafio

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Corrió velozmente por entre los árboles que iban re-direccionando su camino. En ese momento le hubiese encantado tener el poder del aire, es que sabía que si lo tuviese podría movilizarse con mayor velocidad y así llegaría antes a su destino.

A pesar de sentir que sus piernas le temblaban debido a que no había dejado de desplazarse durante un largo tiempo, no se detuvo, porque aquel presentimiento en la boca de su estómago no se marchaba aunque él se repitiese una y otra vez que aunque pudiese pasar algo mal, nada realmente le iba a pasar a ella. Porque era fuerte.

Era la más fuerte de todas y todos.

Sin detener sus pasos miró hacia la inmensidad del cielo que poco a poco estaba tiñéndose de gris. Apretó los dientes con fuerzas, sintiendo que ante la presión quizás podría romperse una que otra muela.

Estará bien, se repetía una y otra vez dentro de su cabeza, estará bien, estará bien, estará bien.

Ver el cielo lo hizo desconcentrase, provocando que ignorase la raíz de un árbol que sobresalía de la tierra. Cayó de un porrazo al suelo y se arrastró por el fango. 

—Idiota —se auto insultó mientras volvía a levantarse con las piernas temblorosas y volvía a seguir corriendo ignorando el dolor en sus músculos y rodilla.

Sabía que le faltaba poco para llegar a su destino, ya que podía ver el humo negro sobresalir en el cielo y sabía muy bien que aquello pertenecía a ella, ¿a quién más sino a ella?

Había sido un idiota. Nunca debió haberse separado de su lado.

De seguro si no lo hubiese hecho aquel presentimiento dentro de él no estaría atormentándolo en ese momento.

Una mueca de felicidad se cruzó por su rostro cuando pudo ver el final del bosque, en donde sabía que estaría desatándose la gran batalla. Dándose más ánimos aún aceleró el paso para salir pronto del bosque.

Saltó un pequeño matorral y luego miró el campo abierto en donde se estaba desatando la guerra.

—Shi... —su grito quedó atascado en su garganta.

Vio la espalda de la pelirroja a unos metros alejado de él, la observó voltearse y mirarlo por el rabillo de sus ojos, pudo jurar que una sonrisa se dibujó en sus labios antes de que una luz brillante lo cegase. Estiró una mano, creyendo fantasiosamente que con aquel gesto él podría llegar a su lado, o ella al suyo.

Pero evidentemente era ridículo. 

Un ruido agudo penetró sus sentidos y luego la luz desapareció.

Atontado por el pitido que quedó resonando en sus oídos, intento volver a enfocar su visión, aunque no podía ver nada. Se restregó un brazo por sobre sus ojos y pestañeó continuamente. Sabía que no había pasado ni medio minuto, pero él sintió como si hubiese pasado un siglo desde la escena que había alcanzado a presenciar ante de poder volver a recuperar la vista y observar al frente en donde había estado la chica y la luz cegadora. 

Pero no había nada. Incluso el pasto bajo los pies de la pelirroja había desaparecido dejando un cráter.

—Shi... —susurró aún con el brazo con el cual no se había restregado los ojos aún estirado.

Se oyó un vitoreo.

Pestañeó confundido.

Esto, esto debía ser una puta broma.

No podría estar pasando. No podía ser real.

Sobre todo porque no podía sentir la presencia de la pelirroja por ningún lugar.

—No... —su voz sonó baja—, no voy... No aceptaré... —una lágrima cayó por su mejilla arrebolada. 

En ese mismo instante, desde el cielo comenzaron a caer gruesas gotas de lluvia.

 —¡No! —gritó y luego todo frente de él se comenzó a teñir de rojo.

No entendía el concepto de muerte. No quería entenderlo tampoco.

Solo quería que el doloroso hoyo que parecía estar creciendo en su pecho se detuviera, solo quería detener esa sensación de ahogo que estaba quemándole los órganos.

Solo quería estar equivocado y que el vacío que sentía dentro de sí no significase que su energía ya no existía. Porque se suponía que ella no iba a morir, que no podía morir. Que era muy poderosa como para que alguien más fuese capaz de arrebatarle la vida. 

Y sin embargo, también sabía, que probablemente ya no podría volver a verla nunca más. 

Porque ya no estaba. Se la habían arrebatado. 

Habían acabado con el fuego en la tierra.  

La habían evaporado... Y él iba a hacer lo mismo con cualquiera que estuviese involucrado. 

Elemento: FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora